Carlos Ríos Otero 

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - “Ya no se puede leer el Granma, ni Juventud Rebelde, ni otro periódico cualquiera”. Es el comentario más común que se escucha en los quioscos de venta.

El 23 de agosto, de las ocho páginas que edita Granma, seis las dedicó a las reflexiones del compañero Fidel. El retorno de Castro a la vida pública vino acompañado con la invasión a los medios, lo que ha generado un polémico rechazo de lectores y televidentes. “Castro, el “number one”, ocupa los espacios sin permitir otra alternativa”, comenta el cubano de a pie.  

El líder máximo nos agobia con los resúmenes de lo escrito sobre la guerra contra la tiranía anterior en el libro La victoria estratégica, y se presenta como el salvador de Cuba. Y ya se inventaron un folletín en las páginas interiores de Granma, con las historietas revolucionarias del libro, que ya está a la venta.  

El primer secretario le entra con la manga al codo a las guerras de Irak, Afganistán; a la Unión Europea, a Venezuela y Colombia, y todo lo sea centro de conflictos desde Israel, pasando por Palestina y México, cumpliendo el rol de adivinador mayor de Macondo, una especie de Melquiades redivivo. 

La Habana, mientras el Comandante delira sin dar tregua, demanda reparación capital. El 62 por ciento de sus edificios y viviendas están deteriorados, según el informe de la comisión de arquitectura. El estado posee el 85 % de las tierra, más del 50 % están inundadas de marabú, mientras los cubanos sobrevivimos a la buena de Dios, y el espíritu, no de las leyes, sino de la represión continúa apuntalado una caterva de jueces y tribunales, listo a castigar por el supuesto delito de “peligrosidad social ”.

A ver si el máximo se decide a explicar de qué se trata.  

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