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Sopa de vegetales

Tania Díaz Castro 

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Eso de soñar no cuesta nada, no fue lo que me ocurrió hace unos días, porque soñar con vegetales en Cuba tiene su precio. Y alto. Todos hemos soñado con comida. Unas veces con un buen trozo de cerdo asado y papitas fritas, o un buen pargo al horno rodeado de cebollas, y hasta con un pollo grillé, acompañado de champiñones.

La semana pasada soñé con una sopa de vegetales. Una simple sopa de vegetales. Se lo comento a mi amiga y colega Gladys Linares y me dijo:

-¿Vegetales? ¡Qué locura! Están perdidos desde hace años.

-El que busca encuentra -le respondí.

En un almendrón (auto norteamericano de mediados del siglo pasado) llegué al mercado de 42 y 19, en el reparto Almendares. Lo recorro de punta a cabo, y nada de vegetales. Un joven de ojos verdes, seguramente oriental, me dice que en la ciudad primada, Baracoa, podía encontrar maíz tierno, habichuela, culantro y hasta zanahoria…

En otro almendrón me voy hasta Siboney -el barrio de la aristocracia castrista-, y luego por el poblado de Jaimanitas; atravieso Santa Fe (donde vivo) y llego a Baracoa, otro pueblito costero, situado al oeste de La Habana, donde se compran buenos mariscos y pescado fresco. Pregunto por el agro mercado. Camino cinco cuadras, llego, pero no encuentro vegetales.

En mi intento por hacer una sopa de vegetales he invertido en transporte más de sesenta pesos, casi la tercera parte del salario promedio de un trabajador.

Entonces, desilusionada, busco otro almendrón para regresar a casa y me detengo ante un quiosco donde venden productos extranjeros y descubro unas pequeñas latas de vegetales, al precio de 1.30 en moneda convertible, un poco más de 25 pesos cubanos. Compro dos, y me voy volando para hacer realidad mi sueño.

Cuando llego a casa leo la etiqueta. ¡Nada menos que vegetales de Miami!, donde, según la prensa oficialista, vive la mafia cubana.

Y para no cansar al amigo lector, sólo me resta decir que la sopa quedó de rechupete. La lata, pequeña, no como aquellas soviéticas que contenían más agua que otra cosa, estaba bien despachada y con los vegetales necesarios para que el soponcio quedara delicioso.

Qué bueno sería que Walton & Post, la firma americana que envasa las conservas, me diera al menos las gracias por el comercial.




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