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El dudoso remedio  

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Va quedando atrás el verano sin que hayan ocurrido aparatosos apagones en La Habana. Lo insólito del hecho puede dar la medida del lugar que ocupamos dentro del mundo real. Y tan insólito es que a nosotros mismos nos cuesta creerlo.

No porque desconozcamos que este cuasi milagro nada tiene que ver con la eficacia administrativa del régimen, sino con el subsidio de su actual padrino del exterior. No obstante, cualquiera se tambalea ante la evidencia de que todo lo que les falta a nuestros caciques como gobernantes útiles, les sobra como sujetos suertudos.

Sin azúcar no hay país: Era la antigua consigna en Cuba. Los caciques la cambiaron por otra más viable: sin subsidiario extranjero no hay gobierno que aguante.

Y de muy particular aplicación es su consigna cuando se trata del servicio eléctrico.

Por alguna razón que deberán descubrir los psicólogos, o los adivinos, nuestra gente en la Isla soporta cualquier cosa menos los apagones aparatosos y prolongados. 

Ni el hambre, ni la escasez de agua, ni la violación perenne de los derechos ciudadanos durante decenios; nada ha inflamado los ánimos en La Habana de un modo tan general y peligroso como aquellos apagones de finales del siglo veinte.

Los caciques lo saben. Así es que por insólito que pueda parecer, es natural, tal vez hasta orgánico, que aun cuando nos falten el arroz y los frijoles, los habaneros nos mantengamos serenos y callados, pues no nos falta la telenovela brasileña del canal 6, ni la programación de verano ni la luz y el fluido para los ventiladores.

Y he aquí otra incidencia digamos curiosa: entre todos los amigos extranjeros del régimen, Hugo Chávez es sin duda el que menos agrada a nuestra gente. Puede ser porque le recuerda a los protagonistas del popular programa de televisión “San Nicolás del Peladero”, que encarnaban a los politiqueros brutos y vociferantes de antes de 1959, iguales en su esencia a los actuales, pero más pintorescos.

Sin embargo, si ahora mismo fuera posible realizar en La Habana una encuesta pública para determinar si la gente desea o no que Chávez permanezca en el poder, lo más probable es que en mayoría abrumadora respondiesen afirmativamente.

Un remedio dudoso es mejor que ninguno. Así lo dice el dicho. Y puede ser verdad o no, según a quién le sirva. Lo que difícilmente se acerque a la verdad es la retórica de quienes, desde lejos, con todos sus problemas resueltos, pudiendo dormir a pierna suelta y en colchón confortable cada noche, juzguen mal a nuestra gente, sin esforzarse en comprenderla. Nadie sabe más de la olla que el cucharón que la revuelve. También lo dejó bien claro el dicho, para quien le sirva.

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