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Septiembres

Odelín Alfonso Torna (PD)

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - El curso escolar 2010-2011, recién comenzó con nuevas resoluciones, o mejor dicho, con estrategias reorientadas por las circunstancias actuales en Cuba.  El grueso de los estudiantes egresados de noveno grado se ubica en escuelas talleres, según la disponibilidad de oficios que tengan los organismos estatales. Por otra parte, las escuelas se hacen mixtas para ahorrar recursos, y la universidad (sólo para revolucionarios) exige dos tercios de sabiduría por cada estudiante ingresado.

¿Cuánto camino recorrido desde aquellos septiembres de inicio de curso escolar, en que mi madre me pelaba a la “malanguita”, me empavesaba de almidón el uniforme (camisa azul claro, boina y pantalón azul oscuro y pañoleta de dos tonos), me lustraba los zapatos con betún negro y listo para las letras y los números?

Aun recuerdo a mí maestra de primaria, Ángela, todo amor y ternura; cómo amenizaba las clases de canto con aquellos viejos radios soviéticos de válvulas al vacío. También viene a mi mente la merienda escolar dos veces al día, cuando los masareales, las torticas de morón, las galletas royalitas y el refresco embotelladlo eran el arsenal para las guerritas de ocasión.

De mi carrera como estudiante me entristece que haber sido becado con apenas 12 años, en secundarias en el campo con doble sección, media jornada para el trabajo forzado y el resto para el estudio. Aún no se por qué lo decidieron mis padres, a sabiendas de que los surcos a desyerbar eran interminables, el tamaño del machete sobrepasaba mi cintura, y la guataca para qué les cuento.

Cada septiembre revive en mí el muchacho de secundaria básica que fui, delgado, como los que veo formar hoy en los matutinos con tenis de marca y mochilas que equivalen a un salario mensual. No sé si tendrán tiempo o interés para la militancia comunista, o vocación para repeler un “descalabro mediático” contra Cuba y su revolución.

Y en este apéndice, esa dosis ideológica necesaria en cada nivel educacional, no encuentro pistas o similitudes con el pasado. Quizá por tener el alma subvertida de tanta reclusión en la adolescencia, no recuerde haber encabezado escalafones por mis participaciones políticas o por haber sido uno más en el tumulto de las controversias sobre diferendos o confrontaciones de turno.

Cada curso que comienza viene con dos cucharadas de sal y una de azúcar en la poción política suministrada; todo con el fin de combatir la abstinencia ideológica del estudiantado, lo que se dice barrer y echar fuera de la casa de altos estudios, donde la crítica es más abierta, el montaje castrista de pretensiones “subversivas” (Made in USA).

El Ministro de Educación Superior, Miguel Días Canel, en entrevista ofrecida a la reportera del sistema informativo de la Televisión Cubana, Gisela García, dijo que el gobierno de los Estados Unidos desarrolla “toda su maquinaria ideológica en función de promover que el estudiantado rompa con la revolución, que sea apolítico, que se desideologice y que aspire al modelo capitalista”.

Conozco al sastre y su manía de ponerle parches al diversionismo ideológico intramuros. Supongo que desde la boina hasta el simple distintivo, desde las guerras con torticas de morón hasta la merienda que hoy peligra como un subsidio innecesario o desde la maestra dedicada hasta la emergente, el trecho sea suficiente como para emponzoñar la ideología del hombre nuevo.

Es triste e inteligible, pero no razonable, que los líderes de la revolución cubana importen la subversión ideológica desde el enemigo tradicional hacia las aulas, enterados de que el arroz que consumen los planteles viene del mismo lugar.

Menudos problemas parecen ser los cambios que hace la revolución en este curso escolar que recién comenzó. Ya habrá tiempo para desglosarlo uno a uno, antes que los educandos de hoy hablen mañana de sus septiembres.         

odelinalfonso@yahoo.com 




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