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De nuevo en las aulas

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Tradicionalmente, el inicio del periodo escolar trae consigo infinidad de conflictos. Este año, las dificultades para los padres cubanos son mayores. El deterioro de la calidad de la enseñanza y la pérdida de valores, se suman a la crisis económica doméstica. Y continúa la aplicación acelerada del diseño ideado por ministros-militares, para solventar la debacle pedagógica generada por el propio sistema.

Aunque la propaganda repite hasta el cansancio que la educación en la Isla es gratis, en realidad es subvencionada a partir de las ganancias que obtiene el Estado luego de pagar salarios miserables a los trabajadores. En consecuencia, las autoridades suelen asignar materiales estudiantiles; pero estos resultan insuficientes, o son desviados por los indolentes hacia el mercado informal. Los padres pasan mil y un aprietos hasta para adquirir uniformes escolares.

Rosario Rivas dijo a este reportero en la calle Obispo: “Cada libreta cuesta entre tres y diez CUC, en las tiendas recaudadoras de divisas, y mi hija consume 5 cuadernos como mínimo cada trimestre. No sé qué voy a hacer pues mi salario equivale a 15 cuc (18 dólares), y eso no me alcanza ni para comprar portaminas y una mochila. En moneda nacional, el gobierno no ha vendido este año. Y mejor no te cuento cómo hago para resolver el asunto de la alimentación y la merienda diaria”.

Incluso ni comprando en divisas existe diversidad y la calidad de los artículos es pésima. En las aulas, sobre todo en los primeros grados, el reto es titánico. Los maestros no son suficientes, y se acude entonces a los que no poseen la debida formación docente; otros profesores están tan descarriados éticamente, que hay que empezar por educarles.

Regla Menéndez, educadora por más de veinte años, afirmó: “Es un problema grave; los maestros emergentes necesitan de más formación; intentamos cubrir las plazas con personal retirado, pero hasta eso conlleva obstáculos, porque los métodos, los esquemas y la dinámica cambian constantemente. La crisis de valores, acrecentada en los años 90, y la falta de incentivos económicos, ha sido fatal; ahora se incorporan a las escuelas de las ciudades a muchachos que fueron educados en las escuelas en el campo, becarios  alejados del ambiente familiar. Prácticamente hay que reeducarlos, porque allá vivían casi silvestres”.

Para subsanar estos inconvenientes el Ministerio de Educación apretó las tuercas del sistema evaluativo, al punto de transformar los exámenes en pruebas de habilidad mental, más que de comprensión académica.

Dictaminaron que había que vigorizar la ya férrea formación política de los educandos; y hasta la entrada en las aulas ha sido antecedida por una monserga de Fidel Castro en la escalinata de La Universidad de La Habana.  





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