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El socio del barrio

Adolfo Pablo Borrazá  (PD)

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Íntimo amigo de un agente de Seguridad del Estado, y convencido de que nada le va a pasar, Leonel, un delincuente aristócrata del barrio La Victoria, en Centro Habana, hace y deshace en su antojo.

En el otrora centro deportivo El Pontón, fuma marihuana con sus consortes y paisanos, y se juega el dinero. La policía no ha podido atraparlo, a pesar de que en uno de los postes que rodean El Pontón  hay una cámara de vigilancia. Leo también tiene padrinos en la PNR y cada vez que hay una redada en la zona, sus amigos le advierten que no salga de la casa.

Por supuesto, tan generosa amistad no es gratis. Leonel tiene que informar sobre los negocios ilícitos que se hacen en el  barrio La Victoria, además de vigilar y denunciar toda acción opositora en la zona. Aunque dice ser un hombre integro, lo cierto es que Leonel es la nueva versión de los chivatos de Machado y Batista, lo que eufemísticamente llaman hoy “colaborantes”.

“Me importa un pito la revolución” -dice siempre que está arrebatado por los efectos de la yerba, y en ese estado casi nunca se puede mentir. Más bien le interesan las ganancias que saca por su prestación de servicio y las muchachas con quien se puede acostar. Su mujer es víctima constante de las golpizas de Leonel. Llegó a la capital desde el oriente del país y se casó con Leo, que la prostituyó de inmediato. 

Leonel nunca asiste a las reuniones del Comité de Defensa de la Revolución, y jamás vota. Siempre pensé que el hombre era un gusano empedernido, hasta que lo oí informando sobre mí a su amigo del G-2 en el bar de la esquina. Dos horas antes pensaba que era mi amigo.

Leonel me exigía que le pasara “literatura de la buena, no la mierda de Granma donde  ni la página deportiva se puede leer”. Encantado de que tuviera en sus manos algo que lo sacara de la ignorancia, le ofrecía lo que tenia y más.

Aquel día en el bar, cuando me vio, su cara empalideció y los ojos se le salían de las órbitas. Me levanté, y cuando pasé junto él le di dos palmadas en el hombro. El policía me miró un momento, y lo que orientó a Leo a partir de ese momento, nunca llegué a saberlo.

Leonel se fue a viví por un tiempo a la región oriental, con su esposa. Ahora va y viene. Según dicen sus compinches, anda de jefe de una banda. Pero no han atrapado ni lo cogerán.

¿A quiénes estará vigilando esta vez? Quienes quieran que sean tendrán que cuidarse. Leonel es un tipo carismático y elocuente, que sabe hacer muy bien el trabajo de informante.

adolfo_pablo@yahoo.com





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