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Aquellas noches habaneras

Luis Cino (PD)

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Es un extraño sentimiento la nostalgia por lo no vivido. Suelo sentirla cuando leo a Cabrera Infante. Hace unos días, me mataba de envidia mi amigo el escritor y teatrista Hugo Araña al evocar con tristeza la vida nocturna de La Habana de su juventud, allá por los años 60.

Contaba de las madrugadas en que corría de La Red, luego de presenciar el show de La Lupe, a El Gato Tuerto para escuchar a Miriam Acevedo. O al Club 21 para toparse a Freddy bajo el spotlight, un vaso de ron en la mano, cantando La Estrella. Otras veces era José Antonio Méndez en el bar del hotel St. John´s,  Elena  acompañada por la guitarra de Froilán, Bola de Nieve en El Monseñor, las descargas de jazz de Felipe Dulzaides en el Atelier, el piano de Frank Emilio, Barreto en la percusión. 

Cuando Hugo Araña salió de prisión, con el estigma de contrarrevolucionario a cuestas, perdió su casa en la capital y tuvo que regresar a Matanzas. Para entonces, luego de la ofensiva revolucionaria de 1968, La Habana ya no era ni su sombra. 

Recientemente leía con asombro la lista de los artistas (el Benny entre ellos) que se presentaban en algunos de los principales centros nocturnos habaneros entre noviembre y diciembre de 1958. Pero llegó el Comandante y mandó a parar. En menos de una década de poder revolucionario, el Máximo Líder consiguió lo que no lograron las bombas del M-26-7: convertir a La Habana en una ciudad fantasma. 

Hoy en La Habana, la noche, desabrida, vulgar, plástica y a ritmo de reguetón o cualquier otra musiquita chichí grabada, pertenece a los que tienen muchos cuc para gastar. O sea, de muy pocos. Un puñado de privilegiados, los turistas, las jineteras y sus chulos. A las once parece las cuatro de la madrugada. En cada esquina acechan policías y maleantes. No se sabe con cuál de ellos es más peligroso toparse. 

Lo demás, un poco más allá de El Vedado y Miramar, ya se sabe: oscuridad, portales apuntalados que apestan a orine, montones de basura y escombros, buscavidas, borrachos, prostitutas de poca monta y perros callejeros, tan hambrientos y desolados como nosotros… 

Decididamente, para los que no les gusta el reguetón, no soportan el sexo con condón y quieren evitarse problemas, es más saludable agarrar la guagua antes de la confronta, llegar a casa temprano, cerrar la reja y pasar los pestillos. Y acostarse a soñar con las noches habaneras que definitivamente nos perdimos los que nacimos con o después de la revolución.

luicino2004@yahoo.com  





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