IMPRIMIR
En los límites de la libertad

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Si los responsables del portal electrónico WikiLeaks fueran cubanos, otra hubiese sido su suerte. Desde la primera revelación de documentos confidenciales, en este caso de la Agencia Central de Inteligencia, la detención y procesamiento de los implicados en este acto, quizás de graves consecuencias en relación al tema de la seguridad nacional de los Estados Unidos, fuera parte de un proceso que terminaría en severas condenas de cárcel o en el paredón de fusilamiento.

Independientemente de valoraciones favorables o negativas alrededor de este suceso, siempre condicionadas por sentimientos, filiaciones ideológicas, entre otras puntuales circunstancias, es oportuno destacar que sólo en una democracia podrían darse este tipo de escenarios, donde los ciudadanos pueden correr los límites de la libertad de expresión, en detrimento de los más sensibles intereses nacionales.

Lo inimaginable, de acuerdo al contenido de los informes secretos puestos en la palestra pública, es que los protagonistas de las revelaciones aún puedan adelantar otras desde donde operan la polémica página electrónica en medio de advertencias, pero sin que medie una inminente orden de captura.

Es probable que exista una tendencia a sobrevalorar la importancia de lo publicado hasta ahora por WikiLeaks. En este caso el valor mediático podría ser muy superior al alcance real del contenido de los textos.

Recientemente, en una parcial reproducción de un cable de la agencia AP, por parte del periódico Granma, se subraya que el sitio “continuará publicando documentos secretos de gobiernos alrededor del mundo”. De ser cierto, este anuncio pudiera desatar un caos en materia de política internacional, e incluso poner en crisis a decenas de gobiernos, con la posibilidad de que algunos de ellos salieran del poder a partir de la abierta exposición del material clasificado.

No es gratuita la alegría entre quienes detentan el poder total en Cuba. Con gusto amplifican lo sucedido en los medios de prensa en aras de buscar puntos adicionales en una lucha de trasfondo ideológico, especialmente contra los Estados Unidos, que funciona como instrumento de legitimización nacional e internacional para una élite anclada en los puertos de la tiranía.

Atizar la conflictividad bilateral por diversas vías, y sacar el máximo provecho de los escándalos que se suscitan bajo el paraguas de la democracia, especialmente a causa de la generosa cobertura en materia de derechos fundamentales en el vecino del Norte, son dos premisas a explotar cada vez que se presenta la oportunidad.

Es impensable que en Cuba sucediera algo parecido al fenómeno de WikiLeaks.  El margen para apropiarse de documentos secretos y darlos a conocer dentro de las fronteras nacionales, es nulo. Nadie se atrevería a protagonizar semejante locura en un país gobernado por un régimen que fue capaz de fusilar a tres jóvenes, en abril de 2003, por intentar el secuestro de una embarcación local  con el fin de huir hacia Estados Unidos.   

 
No importó que en el asalto no se reportaran heridos ni muertes. La orden de fusilamiento fue inapelable. El trío de asaltantes murió sin poder defenderse en un juicio justo.

También se recuerda que ese año fueron condenadas a prisión 75 personas por ejercer su derecho de expresión y asociación,  tal y como están consignadas en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Los encartados carecieron de una defensa creíble. Los contactos con los abogados se limitaron a 5 minutos antes de iniciarse los respectivos procesos judiciales.

Si algún día  apareciese dentro de Cuba alguien con la voluntad de emular la osadía de los operadores del controvertido sitio digital, habría que pronosticar arrestos inmediatos, extraordinarias condenas a prisión y probables sentencias a muerte en tiempo record.

Una discreta  revelación de secretos de Estado en Cuba a la manera de WikiLeaks, bastaría para que se quebraran importantes columnas del poder totalitario. No hay dudas de que la nomenclatura tomó desde hace tiempo las debidas precauciones.

Para eso enseña  día a día su arsenal, encabezado por la impunidad y otras armas no menos eficaces cuando de aplicar el terror se trata.

oliverajorge75@yahoo.com  





http://www.cubanet.org/inicio_tienda.html
 
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material siempre que se le reconozca como fuente.