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Fernando G. Campoamor

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - El libro de Oscar Mariño, La Habana de Hemingway y Campoamor, de Ediciones Extramuros, La Habana, 2009, rescata a una  figura  olvidada de la cultura cubana: Fernando G. Campoamor.

Cuenta Mariño que a mediados de los años noventa conoció en un restaurante habanero a un anciano que vivía en 19 y C, en el Vedado,  excelente conocedor de la coctelería, que se identificó como un periodista reconocido internacionalmente en los años, treinta, cuarenta y cincuenta.

El anciano vestía traje y corbata a pesar del verano habanero, y  contó que cuando estudiaba Artes y Letras en los Estados Unidos conoció a William Faulkner, quien  le dio una carta de presentación  para Hemingway en La Habana. De esa manera surgió una profunda amistad entre ambos, hasta el punto  que le descubrió al escritor El Floridita, La Bodeguita del Medio, y fundaron juntos el Día del borracho. También lo metió  en los solares habaneros, y en uno de ellos una mulata le tiró las cartas a Hemingway y le predijo un éxito rotundo con un libro relacionado con Cuba.

El administrador del restaurante y su correspondiente bar ganó clientela con las historias que contaba el anciano, sus buenos modales y el dominio de los idiomas, que le permitían entenderse con los clientes extranjeros del lugar.

Mariño trabó amistad con Campoamor, y tiempo después subió al apartamento del anciano, grabadora en mano, y vio las fotos que corroboraban las anécdotas: Hemingway bajándose de un  barco procedente de Italia con Mary Welsh y abrazando a Campoamor, mientras le anunciaba que acaban de pagarle 300 mil dólares por los derechos de filmación de su novela El viejo y el mar.

En otra foto los amigos celebran en la cervecería Hatuey, con los pescadores de Cojímar, el Premio Nobel que se le otorgó al americano. Se ve a Hemingway entregando la medalla a Campoamor, para que su amigo cubano la colocara en el santuario de la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba, en El Cobre.

Colgados de las paredes había cuadros dedicados a Campoamor por sus autores, Abela, Víctor Manuel, Lam, Carlos Enríquez, Amelia Peláez, Portocarrero,  Diego Rivera...

-Tuve otros muy buenos,  pero me vi obligado a venderlos, así como mis mejores libros. Confesó que La Habana abrió definitivamente las puertas al turismo a partir de 1930, con  una estrategia social  emprendida por los círculos intelectuales y artísticos,  en función de las  raíces culturales, la música, el ron, el tabaco, y el amor por la vida y el prójimo, que hace del cubano un ser único.

En marzo de 2004 Mariño dictó la conferencia, Ernest Hemingway, Fernando Campoamor y el hotel Sevilla, en el salón La Cartuja de ese hotel,  frecuentado en los años cuarenta y cincuenta por ambos personajes. En el auditorio se encontraban Lisandro Otero, Juan Emilio Friguls y Viñas Alfonso, quienes  reconocieron en Campoamor a un escritor de altos quilates, entregado totalmente al periodismo.

Sus últimos días los pasó Campoamor en una silla de ruedas, en solitario, atrapado por   la melancolía, unas veces riendo y otras llorando al pie de sus recuerdos. Los  años de inactividad e impotencia terminaron matándolo un 29 de diciembre de 2001, en Ciudad de La Habana, a los ochenta y siete años. 





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