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El rey desnudo

Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Supongo que Carmen Lira Saade, al terminar las cinco horas del  encuentro con Fidel Castro, debió retirarse sin darle la espalda, mientras una y otra vez lo reverenciaba. Las fotografías del encuentro dan las pistas. Carmen desparramada en una incómoda butaca negra, mientras Castro, desde un gran sillón blanco la mira desde arriba.

La directora del diario mexicano La Jornada asegura que su interlocutor luce rozagante y vital (Entrevista con Fidel Castro), aunque no domine del todo los movimientos y esté acompañado constantemente de dos de sus médicos y otros dos colaboradores, que lo aguantan para no caer.

“No quiero estar ausente en estos días” -reflexiona el comandante con su conocido tono apocalíptico. “El mundo está en la fase más interesante y peligrosa de su existencia y yo estoy bastante comprometido con lo que vaya a pasar. Tengo cosas que hacer todavía”.

No se detiene la entrevistadora en su genuflexión. “Con los datos que ya maneja como un experto, y los documentos que avalan sus dichos, Fidel cuestiona  y hace una exposición escalofriante” –dice la señora Saade. Y no se preocupa por honrar la verdad. “Jorge Mas Canosa, a la sazón presidente de una organización paramilitar”.  O por actualizar al anciano sobre las medidas de Barack Obama, que permiten a las empresas de comunicaciones norteamericanas dar servicio a la isla, y no cuestiona a Castro cuando afirma sin vergüenza. “Conectarse a la internet en Cuba es desesperante, por la negativa rotunda de Estados Unidos a darle acceso a internet a la isla a través de uno de los cables submarinos de fibra óptica que pasan cerca de sus costas”.

Es parte de la farsa nacional en los dos últimos meses. Pero no es Fidel Castro el que da vergüenza, por senil y paranoico. Es la clase política e intelectual de la nación, que repite los dislates del malvado enfermo, hasta el cansancio. Para ellos también cuentan con mercenarios extranjeros como Carmen Lira o Walter Martínez. El venezolano tuerto olvidó preguntarle al monarca por qué el canciller iraní considera que sus predicciones de guerra están equivocadas.

Por supuesto, ni una pregunta de la realidad nacional. Presos desterrados, un millón de desempleados, ausencia de congreso y sisma en la organización que él dirige. Son temas menores para el coloso de pies de barro.  

Como en el cuento infantil, el rey vanidoso se pasea por la corte de los medios de comunicación desnudo, mientras pajes y cortesanos, de rodillas, alaban el supuesto traje que un mentiroso cortó a la medida.

aleagapesant@yahoo.es





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