Vicente Escobal
MIAMI, Florida, septiembre, www.cubanet.org -El sistema político y económico impuesto en Cuba hace más de medio siglo se iguala a una piedra dentro de un zapato: la acomodas o la expulsas. Muchos cubanos han elegido la primera opción.
El acomodo de la piedra implica simulación, creer que la molestia ha desaparecido aunque al despojarse del zapato se revele en la piel la huella del dolor y el rozamiento.
Al acomodarse la piedra se pierde el sentido del bien y del mal, y se produce un distanciamiento de las virtudes ciudadanas. Cuando un cubano decide acomodar la piedra en su zapato deja tras de sí una huella inconfundible, no solo a nivel epidérmico sino también mental. Cuantos hecho deplorables, indignos, inmorales; cuanto sufrimiento, miseria, sangre y lagrimas puede haber detrás de una piedra acomodada en el zapato.
Quienes participan en los crueles actos de repudio contra los activistas democráticos transportan una piedra en sus zapatos. Los que se apropian de bienes ajenos, los que ocupan posiciones oficiales sin vocación ni compromiso, los que mienten para ascender en la escala laboral, los que públicamente aplauden las consignas y en privado las maldicen, llevan una piedra dentro de sus zapatos. Y la llevan también los indiferentes, los cobardes, los oportunistas, los que se han enriquecido a expensas de la pobreza, el dolor y el sufrimiento de la sociedad.
Hay muchos cubanos que han pasado la mayor parte de sus vidas con la molesta piedra en el zapato y así se torturan ellos mismos y torturan a sus semejantes. Esos son los que han renunciado a transitar por el sendero de la dignidad.
El cubano que decide sacarse la piedra del zapato camina mejor porque descubre lo que por mucho tiempo le han querido ocultar e incluso llega a romper el silencio que le han impuesto.
Una vez liberado de ella ese cubano debe impedir que nuevas piedras invadan sus zapatos y dañen de nuevo su piel y sus acciones.
La democracia no se construye cojeando, tampoco la libertad se conquista de esa manera. |