Rebeca Ulloa
MIAMI, Florida, agosto, www.cubanet.org -Sólo hay que verlo… escucharlo… ¿Pero, qué es esa sarta de disparates qué dice? Y aún hay gente que se alegra de verlo otra vez vestido de verde olivo.
Alguien dijo que “los grandes hombres deberían morir temprano”. En la historia hay muchos casos de personalidades del arte, de la cultura, de la historia, que aunque vivieron pocos años, dejaron su huella imborrable en la historia de la humanidad.
Si hubiera muerto cuando el asalto al cuartel Moncada , quizá muchos lo recordarían como un demente soñador; si hubiera recibido un tiro cuando el desembarco del Granma, a lo mejor, algunos lo ubicarían como un intrépido aventurero; si algún atentado contra su persona, hubiera resultado, entonces hubiera pasado a la historia, quien sabe, como una víctima; si le hubiera dado aunque fuera un ataque al corazón y hubiera fallecido antes de 1968, antes de que le entrara la locura de desatar lo que él llamó “la ofensiva revolucionaria”, y que en realidad, fue el punto final de lo que aún quedaba de la Cuba Republicana.
Es más si lo hubieran dejado morir tranquilamente, luego de su larga enfermedad, aún podría haber pasado a la historia, como alguien que tuvo amigos, que lo quisieron. Al resucitar casi entre los muertos, pero con el aspecto patético de quien tiene a la Parca pisándole los talones… no hay remedio: a Fidel Castro se le recordará como el viejo chocho que balbucea sobre la Guerra nuclear y no hace caso a su propia Guerra, a la Guerra que tiene adentro, en los intestinos de su propia revolución… |