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Multados y sin sexo

Adolfo Pablo Borrazá  (PD)

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - Luego de varias horas confesándose su amor, Leonor y Arturo decidieron dar rienda suelta al hervidero amoroso que eran sus cuerpos. Buscaron infructuosamente un cuarto para alquilar, que se hiciera cómplice de su pasión, pero casi todas las casas alquilaban sólo a extranjeros. El cartel Room for Rent en las puertas, era un cubo de agua fría vertido sobre la pasión de los jóvenes.

Las casas donde se rentaban cuartos en moneda nacional, que eran las menos, estaban al tope. Además, el dinero con que contaba Arturo no alcanzaba, a no ser que tropezaran con alguien caritativo que se compadeciera y les permitiera jugar un rato al amor a precio de descuento.  

Entonces decidieron irse al parque de la Escuela Normal, en el municipio Cerro. Un  parque como todos los de La Habana, oscuro y sin guardaparque, escenario perfecto para el amor clandestino. 

Cuando llegaron, se dieron cuenta que no estaban solos. Dos bancos más allá un travesti manoseaba la bragueta de otro hombre, y en otro banco, otra pareja se besaba. En el centro del parque, un hombre y una mujer se movían a ritmo envidiable. 

Cuando Arturo y Leonor empezaron su danza amorosa, varios carros patrulleros rodearon el parque y los focos iluminaron la escena. Sorprendidos in fraganti, los amantes dieron con sus huesos y sus besos en la Estación de policía, acusados de exhibicionismo.   
 
Hasta los años 80 existían en La Habana moteles o posadas cuyas habitaciones se podían pagar en moneda nacional, algunos con un confort aceptable, que acogían a las parejas que no tenían un lugar donde hacer el amor. Pero el déficit de viviendas y la desidia gubernamental para construir y reparar casas, hicieron que los moteles y las posadas fueran convertidos en albergues para familias sin hogar. Desde entonces, muchos amantes habaneros tienen que hacer el amor en público, a la vista de todos. 

Hoy cualquier sitio sirve a loa habaneros como posada: el banco de un parque o el muro del malecón pueden ser el colchón que buscamos para desahogar nuestra pasión. 

Leonor no olvida aquel día en que fue tratada por la policía como una prostituta. Ella, Arturo, el travesti y los demás, salieron de la Estación policial con multas de 250 pesos.

Arturo gana 375 pesos, y como pagó la multa enseguida, no pudieron pensar en amarse nuevamente hasta el día del siguiente cobro

adolfo_pablo@yahoo.com





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