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Repartir emociones

Odelín Alfonso Torna (PD)

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - A Yailin Orta, periodista en plantilla del diario Juventud Rebelde, le hubiera gustado medir su emoción del viernes 30 de julio, día en que besó la mejilla de Fidel Castro, cuando el comandante dialogaba con una selección de jóvenes comunistas en el Palacio de las Convenciones. Graduada de periodismo en julio de 2006, mes en que el ex presidente cubano abandonó el poder debido a una enfermedad intestinal, siempre albergó la esperanza de participar de sus charlas o discursos.

Imagino que Yailin se sienta bien con lo que hace o le falta por hacer, ahora más emocionada y protegida por quienes detentan el poder en Cuba. Es militante comunista y defiende la revolución en uno de sus frentes: la prensa oficial. 

Fidel retornó a sus andanzas y discursos, y es probable que la agenda de Yailin esté apretada por estos días. Ya publicó el domingo 1 de agosto su vivencia con el máximo líder, titulada Fidel, los sueños y el futuro.

Digamos, en teoría, que el futuro de Yailin está garantizado si se acomoda en el butacón de los viejos revolucionarios. En su lugar me preocuparía por las nuevas generaciones, por compartir emociones con los miles de jóvenes que quedarán sin empleo a partir del primer trimestre de 2011, o con los egresados de noveno grado que se vieron forzados a  estudiar carreras tecnológicas o escuelas de oficio, simplemente porque las matrículas de preuniversitario se redujeron en un 40 por ciento. 

Yailin sospecha que “de existir algún termómetro o instrumento capaz de medir la emoción, el viernes hubiera estallado al estimar la que se había concentrado en uno de los salones del Palacio de la Convenciones”.  

¿Habrá instrumento capaz de medir la desesperanza reinante en los miles de jóvenes cubanos que hoy cumplen condena por robo o cohecho en los bienes de este emporio administrado por los Castro? ¿Existe emoción cuando el alcoholismo, la drogadicción, la prostitución, el proxenetismo, el acoso a extranjeros y otros flagelos son los relajantes para el agobio que sufre nuestra juventud? 

Dice la colega en su artículo: “Fidel apuntala con datos y publicaciones internacionales cada una de sus apreciaciones, y comparte esencias para que se salve lo mejor del hombre y no regrese a la prehistoria”. 

No creo que Fidel Castro sueñe con aviones, cartas de invitación, tenis de marca registrada –aunque los use- o espejuelos Ray Ban con armadura de silicona. En su diseño sobre el futuro no existen médicos que se ganen la vida como artesanos, economistas que rellenen fosforeras desechables con gas licuado o merolicos improvisados en las aulas de la Universidad de La Habana.

Al igual que Yailin Orta, otros jóvenes se emocionaron con el beso, el espaldarazo o el diploma de graduado que les entregó Fidel Castro. He visto también, ante él, batallones de soldados internacionalistas y abanderados de la salud, que dejaron su último sollozo al pie de un IL-62 de Cubana de Aviación. Nunca regresaron.  

Que me perdone Yailin; quizá no tenga por qué tomarle el pulso a sus emociones ni a las de nadie. Es realmente patético albergar esperanzas sobre los puntales de ideas que hoy levanta Fidel Castro, aunque aparente serenidad, firmeza y luzca camisa roja a cuadros.

Apuesto por repartir esperanzas en otras direcciones, ahí donde también se llora, y no precisamente de emoción.

odelinalfonso@yahoo.com  



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