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Moratinos: el epílogo

Luis Cino (PD)

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - En un cambio de gabinete forzado por la crisis económica, Miguel Ángel Moratinos se fue de la cancillería española. Se va  sin poder convencer a la Unión Europea para que levante la Posición Común hacia Cuba. Por mucho que se esforzó, tampoco consiguió que el gobierno español, como hizo con las autoridades marroquíes a raíz del caso de la activista saharaui Aminatu Haidar, alabara el compromiso del régimen cubano con la democracia y la consolidación del estado de derecho.

Gracias al inefable Moratinos,  a Aminatu Haidar la sacaron de España el 19 de diciembre de 2009 luego de casi cinco semanas en huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote, Canarias, y la encerraron tras los muros de su casa en El-Aaiún, cercada por la policía política marroquí. Inmediatamente, Marruecos pudo proclamar a los cuatro vientos que “para España y el resto del mundo quedó claro que el Sahara Occidental está bajo el imperio del derecho marroquí”.

En el caso Haidar, los grandes perdedores fueron una mujer valiente y digna, la libertad de un pueblo y el honor de España. Una solución típica de Moratinos, que tanto se esmeró en quedar bien con los violadores de derechos humanos, tanto en Rabat como en La Habana.

Con la solución trapalera del caso Haidar por Moratinos, España consiguió hacer otro papelazo en política exterior. Con tanto que cedió a los regímenes canallas a cambio de casi nada, los papelazos fueron lo habitual en la diplomacia moratinera.

A inicios de enero, las autoridades cubanas montaron en el mismo avión que los trajo a La Habana y enviaron de vuelta a Madrid, luego de retenerlos dos horas, al eurodiputado socialista Luis Yánez y su esposa, la diputada del PSOE, Carmen Hermosín, que aspiraban a pasar unas vacaciones en Cuba. A ambos les aplicaron algo así como la “ley de peligrosidad  social predelictiva para diplomáticos”.

Moratinos asimiló la humillación con la misma flema que acoge las noticias de los mítines de repudio y las huelgas de hambre en Cuba, o se hace cómplice de las marrullerías de Mohamed VI, y declaró que ese error no afectaría la voluntad española de aprovechar su presidencia europea para impulsar la derogación de la Posición Común Europea hacia Cuba.

Para el muy paciente canciller Moratinos, eran sólo gajes del oficio. Altibajos en las relaciones bilaterales. Lo importante era avanzar en los compromisos constructivos con los rufianes de Rabat o La Habana. Y siempre, cómo no, certificar los progresos.

Moratinos se refocilaba con los cancilleres de la dictadura, contaba los prisioneros políticos como si fuera un bodeguero, certificaba como reformas de mucho calado los remiendos económicos de poca monta. No importa si los resultados son varias decenas de presos políticos desterrados sin un claro estatus legal, la disidencia interna ninguneada en La Habana o una activista sitiada en su casa en El-Aaiún. Para Moratinos, lo mismo valía  la pena levantar la Posición Común al régimen cubano que regalar el Sahara Occidental a la monarquía marroquí.

Espero que Moratinos, ahora que se retira como canciller, tenga sitios suficientes donde pasar sus vacaciones en Cuba o Marruecos. Amigotes  no deben  faltarle. ¿Quién dijo que los rufianes no pueden ser agradecidos con los socios que en momentos de aprietos les hicieron la pala?

luicino2004@yahoo.com




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