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Las penurias de Ana María

Adolfo Pablo Borrazá (PD) 

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - La negligencia de la Unión Nacional Eléctrica (UNE) del municipio Cotorro privó a Ana María de la compañía de su esposo, que se  electrocutó con un cable que permaneció tirado en el pavimento luego que un ciclón pasara por la capital cubana.

Después del paso del ciclón fueron a visitar a unos amigos para saber cómo estaban. No había corriente, sólo oscuridad. Fue entonces que Yasmani pisó sin darse cuenta aquel cable, y quedó electrocutado.  

A partir de ese momento, la existencia de Ana María se convirtió en un infierno. Su pequeña hija, a menudo le pregunta por el padre. Hoy, la mujer sufre los avatares de vivir en un país  donde la solidaridad y el bienestar se esfumaron. Lo que gana en su trabajo no le alcanza para vivir y mantener a su hija. El estado le paga una pensión de algo más de 130 pesos mensuales (cinco dólares) como compensación por la muerte de Yasmani, un joven de 19 años que soñaba con ver a su pequeña en la escuela.

Sola, ha tenido que hacerse cargo de la crianza de su  hija. Nunca fue indemnizada por el trágico suceso; tampoco tiene quien la visite. Ana María sabe que no hay remedio y trata de resignarse. Quiere irse del país, es la única salida que ve a sus sufrimientos y su miseria, ya que el régimen no puede (o no quiere) mitigar sus angustias.

Joven y atractiva, Ana María es asediada por muchos hombres, pero no busca depender de un hombre, quiere ganarse la vida con el sudor de su frente. Aunque piensa que algún día volverá a enamorarse, por ahora  prefiere no hacerlo y dedicarse a su hija que frecuentemente le pregunta por el padre.

Cuando llega la temporada ciclónica, la paranoia invade a Ana María, que se horroriza cuando ve un cable en el suelo.

adolfo_pablo@yahoo.com

 




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