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El recorrido de María

Lucas Garve

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Cuando María se despierta lo primero que entrevé es la jaba colgada en el picaporte de la puerta. Ese es su lugar en su habitación del apartamento que comparte con el nieto. Después del aseo cotidiano y la taza de café que la despierta finalmente, la primera “tarea de choque”  es preparar el desayuno de Yuslay, su nieto, junto con algo para que lleve de merienda a la escuela.

La segunda, me confiesa en voz baja, es coger la jaba y salir a la calle a ver qué encuentra. Ni me tiene que explicar lo que busca, porque también lo sé. Comida. María calza zapatos cómodos. Provista de la inseparable e imprescindible jaba, baja despacio la escalera desde el tercer piso donde vive, al encuentro cotidiano con Idalia, la vecina del segundo, que la saluda siempre al verla. Idalia, la vecina más antigua del edificio, con una lengua tan afilada como larga, siempre le pregunta a María a dónde va. Ella responde habitualmente:

-Voy a ver si encuentro el país del Noticiero de Televisión.

Quizás el lector no iniciado no entienda la respuesta de María. Pero el cubano de a pie si la entenderá; basta ver nuestro noticiero de televisión una noche; allí –y en ningún otro lugar- siempre aparecen imágenes de unos supuestos mercados repletos de productos agropecuarios. Es muy difícil encontrarlos fuera de la pantalla.

Además, la jaba de María tiene problemas con el monedero. Los billetes salen a toda velocidad del monedero, rumbo al bolsillo del vendedor, pero la jaba no consigue llenarse.

Una libra de tomate criollo cuesta 12 pesos; una de cebolla, 15; la de frijoles colorados, 18; la de frijoles negros, 13; tres pepinos, 4; un mazo de acelga, 5; un limón, 2; un aguacate, 10 pesos, y  eso que hablamos nada más que de vegetales y granos.

Cuando María regresa a su casa, extenuada ya por el recorrido matutino, Idalia la espera en la puerta de su apartamento con una tacita de café, que les sirve para intercambiar información sobre los precios en la calle y los últimos chismes del edificio, y para hablar sobre la telenovela preferida. El colofón del diálogo lo pone Idalia:

-Y eso que todavía no has comprado la comida.

María gasta las energías reparadas con el cafecito en llegar a su apartamento, y antes de entrar al cuarto a descalzarse y dar reposo a sus pies, cuelga la jaba en el pomo de la puerta, respira y se mete en la cocina donde, haciendo más cálculos que un científico de la NASA, decide lo que cocinará para el resto del día.




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