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Fogones apagados

Reinaldo Cosano Alén, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - La afirmación categórica del gobernante Raúl Castro el 4 de abril en la clausura del congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas: ''La batalla económica constituye hoy más que nunca la tarea principal'', y el anuncio de que las empresas estatales deben eliminar hasta un millón de trabajadores (del total aproximadamente de tres millones) no solo resulta impactante y preocupante, sino que pone en entredicho el andamiaje productivo laboral y propagandístico del régimen en sus cincuenta y un años de poder.
¿Qué hará con tantos brazos caídos en plenitud laboral y tantos estómagos multiplicados en las familias dependientes de esos brazos? Un millón, a sumarle otros cientos de miles de empleados estatales puestos de patitas en la calle hace meses, etiquetados con el eufemismo de disponibles, y sin subsidio.

La situación evidencia la peor crisis económica interna, ya sin los pechos de la Unión Soviética para que nos amamante. Capeando el temporal con el tren a media máquina de Chávez, y la precavida distancia de China, acorde con la milenaria filosofía de afabilidad asiática, pero con el precepto: 'Si no pagas no te doy''. Y la batalla económica enfocada en la agricultura, la industria y el turismo.

Pero, y es de lamentar, no puede haber agricultura que satisfaga las necesidades de alimentación, y ni soñar con exportar si, como reconoce el diario Granma, ''para cultivar la tierra en la actualidad muchos de los nuevos tenedores de fincas (estatales, en préstamo) deben acudir a un familiar o amigo cercano a fin de poder surcar, sembrar o desmontar el marabú. Carecen de los utensilios necesarios. Incluso en el sector estatal se hace sentir la escasez de carretas, tanques y máquinas cultivadoras, entre las necesidades más apremiantes''.

Muy elocuente. Parte del rosario de obstáculos, incluidos siembra, cosecha, transporte, comercialización, y con los bolsillos rotos. Rotos también para redimensionar industrias con setenta, sesenta, cuarenta años de explotación.

¿Turismo extranjero en momentos de la peor crisis mundial? Que se bajen de las nubes.

Hay plantillas infladas a diestra y siniestra. Trabajadores sobrantes. Quienes permanecen en sus puestos hacen malabares para que el salario les alcance al menos la primera quincena. Lo estiran como chicles. Hablando en términos bélicos, la batalla económica no tiene base logística.

Por otro lado, a pesar de los siete candados del gobierno, por los entresijos del mutismo oficial escapan los escándalos de corrupción en altos cargos de la estructura de poder. Vale recordar una sabia expresión de Fidel Castro: ''O la revolución acaba con la corrupción, o la corrupción acaba con la revolución''.
Son términos excluyentes. Los contrincantes, en sus esquinas. La corrupción, tan extendida como el marabú.

Hay quienes piensan que la corrupción, extendida a todas las esferas ciudadanas, es la respuesta lógica a los férreos controles del gobierno, que se opone a cualquier expresión de libre mercado. La paradoja está en el sinuoso capitalismo encubierto entre la hojarasca socialista. Se imponen cambios estructurales, lo dijo Raúl Castro, aunque sin remover cimientos, se dirá. Se imponen cambios profundos, hasta los cimientos. Si los cambios no vienen desde arriba vendrán desde abajo.

Vale recordar, por su actualidad, la expresión popular tan extendida durante las dictaduras de Gerardo Machado y Fulgencio Batista: ''Las revoluciones nacen de los fogones apagados''.

Y en Cuba hay demasiados fogones apagados.




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