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Aquella Declaración de La Habana

Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - El dictador, entonces joven revolucionario, levantó los brazos con el documento en una mano y lo hizo trizas ante el enardecido público que aclamó su gesto. El Acuerdo de Defensa entre los Estados Unidos y Cuba, quedaba roto. Con ese gesto el dictador enviaba dos mensajes. Los norteamericanos son enemigos y los amigos de mis enemigos, son también enemigos. Fueron perseguidos, desterrados o fusilados.

A los vecinos latinoamericanos llegó el mensaje: Ustedes también son amigos de mi enemigos, y por lo tanto, hostiles a la revolución.

Tras la consigna de la lucha de clases y lo que el historiador Pedro Álvarez Tabío llamó la dinámica del golpe y del contragolpe, se fusilaron a cientos de compatriotas, sin el debido proceso, sólo en el primer año de revolución.

Se incautaron industrias, inmuebles, tierra, tanto a nacionales como a extranjeros. Se organizaron invasiones armadas a República Dominicana y Venezuela, se clausuraron los principales diarios del país, y se instauró una férrea censura. Simultáneamente comenzaba la lucha armada contra la naciente dictadura en las montañas de Pinar de Río, Las Villas y Oriente, lo que hizo que el gobierno -con el fin de impedir que los guerrilleros recibieran el apoyo de los campesinos-  ordenara el destierro forzoso para muchos habitantes de esas regiones.

La reunión de la OEA se inició el 22 de agosto de 1960 en el Teatro Nacional de San José, Costa Rica, y valoró la actuación del gobierno revolucionario. Contra tanto desparpajo se reveló la organización continental. El gobierno de los Castro fue expulsado de la OEA. 

No es que lo quisiera; pero el aislamiento le daba una coartada al dictador.  La fortaleza sitiada es la mejor de las armas de los autócratas. Cincuenta años más tarde el Estado moribundo, continúa en manos del dictador y su hermano.

Otro vocero de la dictadura, el señor Dolz, dice que a partir de aquella fecha fuimos más libres.  Pero, menos de doce meses después, tropas rusas navegarían 13 mil kilómetros para instalarse en la isla durante los próximos treinta años y convertirnos en satélite de la Unión Soviética.

Como respuesta a aquella reunión de la OEA, en San José, nació el 2 de septiembre de 1960, la Primera Declaración de La Habana, donde quedó asentada la política de la naciente revolución hacia el continente. El documento empieza con estas palabras: Junto a la imagen y el recuerdo de José Martí. La visión ha cambiado hacia América Latina, pero en la casa, el cuartico está igualito.

Durante la reunión de Tegucigalpa, en 2005, la OEA, levantó la sanción al gobierno de Cuba, pero le sugirió que para reingresar debe revisar su política autoritaria y de derechos humanos. La respuesta de La Habana fue un portazo.

aleagapesant@yahoo.es



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