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Confirmación de una nueva época

Miriam Leiva

LA HABANA Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Evidencia de los nuevos tiempos es el marcado interés de los dignatarios latinoamericanos en demostrar distancia respecto a los dirigentes de Cuba. 

Las recientes Reflexiones de Fidel Castro denotaban su intención de caldear el ambiente democratizador prevaleciente en América Latina, fortalecer el papel de Hugo Chávez, maltrecho luego de las elecciones  parlamentarias del 26 de septiembre, y reivindicar a Piedad Córdoba. Pero no ayuda a la senadora colombiana, al defender al mismo tiempo a  las FARC, glorificar al fallecido  Manuel Marulanda (Tiro Fijo), y calificar de burdo y bochornoso asesinato la muerte del jefe militar narco-guerrillero Jorge Briceño (Mono Jojoy).

“Los líderes latinoamericanos con más prestigio son Chávez y Evo; y Obama no tendría más alternativa que condenar el golpe de Estado en Ecuador”, según sus Reflexiones del 1 de octubre. Inclusive la declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores sobre el intento de golpe de estado en Ecuador, leída por el Canciller Bruno Rodríguez “por instrucciones del Presidente” ante corresponsales extranjeros convocados con urgencia, contiene las opiniones de Raúl Castro más agresivas hasta el momento: “Emplazo al gobierno de los EE.UU, a que se pronuncie contra el golpe de estado.  Su vocero sólo ha dicho que ‘sigue de cerca la situación.’ Una omisión en ese sentido lo haría cómplice del intento de golpe”. Ya por entonces se conocía la condena de Hilary Clinton y la votación unánime en la OEA.

La reacción solidaria de los mandatarios latinoamericanos y el acompañamiento de la administración de Estados Unidos frente al conato de golpe de estado en Ecuador, el 30 de septiembre, ha demostrado la voluntad de entendimiento y el progreso efectivo de la democracia por encima de las diferencias de ideologías y enfoques políticos. Pero lo más notable fueron las palabras del Presidente Rafael Correa  inmediatamente después de su liberación del secuestro por la policía en el hospital. Agradeció el apoyo, mencionando, en primer término, a José Luís Rodríguez Zapatero y otros homólogos latinoamericanos. Fidel y Raúl Castro no estuvieron entre ellos, ni siquiera una referencia a Cuba.

El sagaz ecuatoriano marcó claramente su independencia respecto de la agresividad cubana y el  populismo venezolano y boliviano, en un momento difícil y muy definitorio para las fuerzas políticas de su país y la comunidad internacional.  Con cultura y fogueo internacional antes de llegar a la presidencia, su aspiración de trascender es pragmática y técnica. Esto se aprecia en expresiones como: “Nosotros creemos, y esto es una diferencia con los ejemplos más extremos del socialismo tradicional, que es ineludible reconocer el mercado como una realidad económica, La izquierda del todo o nada, que termina con nada, se queda en el status quo”.

La unidad de las Américas en apoyo al Presidente Correa demuestra la resolución de no permitir la reversión de los avances de la democracia y la gobernabilidad. Augura el destierro del caudillismo y la impunidad, aunque todavía hay mucho que transitar y tendrá que defenderse la justa aplicación del sistema jurídico, como ahora en Ecuador al juzgar a los instigadores del golpe de Estado, a fin de que no se aproveche para eliminar  adversarios incómodos injustamente.

Esto también es una demostración a los dirigentes cubanos sobre el rechazo a las dictaduras y a la confrontación verbal o armada, así como la pérdida de su influencia en el área, donde incluso son apreciados como compañías perjudiciales. El gobierno de Cuba aún tiene oportunidad de adecuarse a los nuevos tiempos y recomponer sus relaciones al abrirse sinceramente al mundo.




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