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Un oficio poco rentable

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - En Cuba, aunque el Estado dedica a la cultura un presupuesto relativamente alto, esta no se integra a la economía  adecuadamente. Hablo de la cultura verdadera, no del arte panfletario y la seudo-cultura de postal folklorista para engañar turistas que sí da buenos dividendos en divisas al gobierno y los jineteros artísticos.

Un  promotor  cultural, en la última escala salarial, por antigüedad, puede llegar a ganar 500 pesos mensuales. No le sobra el dinero, pero es mucho más que lo que gana, por ejemplo, un escritor.

A lo largo de más 50 años se han formado centenares de poetas y narradores que no pueden vivir de su talento. La mayoría son tratados con recelo, no pueden publicar, tienen que realizar otros trabajos, pasan apuros para subsistir ellos y sus familias y, lógicamente, se sienten frustrados. ¿Qué musas no se espantan en tales condiciones?

Tengo un amigo que soñó siempre con escribir cuentos. Rodó durante años por talleres literarios. De todos se tuvo que ir o lo botaron por sus “serios problemas ideológicos”. Fue a parar al periodismo independiente. Sus dos libros inéditos los guarda en un cajón. Nunca terminó aquella novela de la que tanto hablaba. Ahora se queja de que ya no tiene tiempo ni deseos de escribir cuentos. Lo entiendo perfectamente. Mi historia es similar.

Todo este ambiente de frustración ha repercutido en la calidad de las peñas, los talleres literarios y los encuentros-debates. Las casas de cultura municipales, por mucho que se hable de impulsar la cultura comunitaria, ya no son ni sombra de lo que fueron antes del Período Especial. Lo cual no es decir mucho, porque tampoco era gran cosa.

Muchos escritores inscriben sus textos en el registro del derecho de autor. Allí duermen entre el polvo y las telarañas. ¿Por qué no se valoran los textos inscritos y se pone atención  a los valores puramente literarios y no a los méritos ideológicos para sugerir su publicación en las editoriales?

Si no estuvieran tan maltrechos los bolsillos de los escritores cubanos, muchos  pudieran financiar ellos mismos, incluso a plazos con sus salarios, chequeras, etc., la publicación de sus obras.

El derecho de autor  (CENDA) debería trabajar en estrecha coordinación con el Instituto del Libro. Seguro habría muchos descubrimientos y ganaría la literatura cubana. Pero eso sería si de verdad le interesaran al Estado los creadores literarios y la cultura verdadera, no el adoctrinamiento. Sabemos que no es así. En Cuba  la publicación de un libro, salvo raras excepciones, es el estímulo al creador de textos politizados, de puros panfletos chorreantes de la ideología oficial. Lo demás no importa, más bien estorba.

luicino2004@yahoo.com





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