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La conspiración de la mandarria

Miguel Saludes

MIAMI, Florida, noviembre, www.cubanet.org  -Lamenta un amigo que estuvo en el concierto de los Aldeanos y Silvito el Libre en Miami que la asistencia de público, a su juicio, fue bastante pobre. Deploró por otro lado que mientras se efectuaba la actuación de los artistas venidos de la Isla, en el exterior del teatro un pequeño grupo de exiliados se manifestara contra de la actuación de unos jóvenes, que no merecían la muestra de rechazo.

La llegada de los Aldeanos y Silvio el Libre, coincidió con la del sonero Cándido Fabré, en la creciente ola de artistas que vienen de Cuba mediante un llamado intercambio que solo se verifica en la vertiente de los que viajan desde la ínsula.

El arribo de Fabré tomó por sorpresa a algunos, sobre todo por su conocida actuación en el escenario enclavado frente a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en la Habana, donde el improvisador fue visitado por musas revolucionarias que le inspiraron encendidas loas y acciones de gracias por la salud recuperada de Castro.  No es único ni primero en hacerlo. Le preceden una larga lista en la que se incluyen algunos que después se convirtieron en radicales anti castristas cuando pasaron al exilio.

La explicación de esta conducta puede parecer inexcusable cuando se mira desde el exterior. Si el análisis parte de las realidades internas pueden encontrarse detalles que la hagan comprensible. Aparte de la doble moral imperante en la antidemocrática atmósfera cubana, hay que reconocer la existencia de una parte importante de la población que todavía se identifica con el sistema y algunas de sus emblemáticas figuras. En la parte oriental del país muchos de sus pobladores continúan manifestando con orgullo ser parte de la Cuna de la Revolución. Fabré no está desvinculado de esa mentalidad.

Cuestionado sobre ciertas particularidades de la pastoral católica, específicamente en las provincias orientales, una destacada personalidad de la Iglesia adujo cuan difícil era llevar la misión religiosa sin chocar con aspectos que pudieran ser, o parecer, opuestos al sistema político vigente. Destacaba la persona en cuestión el hecho de una feligresía que retornaba a la fe conservando cierto arraigo de fervor revolucionario en el espíritu. A esto el personaje señalaba que lo más importante para la iglesia que camina con el pueblo en Cuba, era encontrar un punto que facilitara el proceso de conversión, respetando en lo posible, los criterios de índole política. Algo que ocurre en cualquier sociedad libre, pero que es paso importante en todo proceso de diálogo y encuentro cuando se trata de un proceso como el que le ha tocado vivir a la sociedad cubana. Generosidad, comprensión, tolerancia, aceptación y perdón son algunos de los elementos imprescindibles para un momento como este.

Desdichadamente algunos todavía se aferran a los gritos, las ofensas, la humillación y el rencor.  En Cuba el grupo se reduce y está en vías de extinción, pero lo triste es que encuentre aliados externos cuya acción le reporta más daño que beneficios a la causa cubana, cuando desde el terreno de la libertad apuestan por mantenerse en el camino erróneo. 

¿Es casual que la invitación a Cándido Fabré haya coincidido con la de los Aldeanos y Silvito el Libre? No parece. El arribo de estos últimos, reconocidos por la agudeza de su crítica dentro de Cuba, quedó empañado por la manera desafortunada que se enfocó la presencia de Fabré en un programa de televisión de Miami y que pudo haber influido en las preguntas desacertadas que hiciera un reportero a los Aldeanos.

El hecho,  que no debe ser tomado para generalizar la actitud de los medios miamenses, fue usado por la prensa cubana, la cual destacó lo que verdaderamente le interesaba de este episodio. El rechazo a la visita de Cándido Fabré quedó expuesto con cintillos gruesos en Granma. Los medios oficiales de la Isla resaltaron el repudio democrático contra el conocido cantante, sin mencionar la presencia de los Aldeanos y Silvito el Libre en la ciudad floridana. Igualmente acusaron a Mega TV de provocar el incidente por prevenir a la opinión pública con el anuncio de la actuación del sonero en el centro Aché, omitiendo las opiniones constructivas que en ese mismo canal tuvieran hacia los visitantes la  periodista cubana María Elvira Salazar y Carlos Alberto Montaner, invitado en su programa.  Tampoco hablaron del recibimiento cordial y digno hecho a los Aldeanos y Silvito en el programa de Alexis Valdés o la entrevista profesional y respetuosa de Jaime Bayly al pintor Michel Mirabal. 

Decir que el anuncio hecho por los medios locales de Miami, específicamente Mega TV, contribuyó a la reacción contra los artistas, es falso. Señalar sitio y fecha de actuaciones forma parte de la publicidad libre y no de un plan del enemigo dedicado a prejuiciar audiencias ni alertar “masas cederistas” para que vayan a gritar consignas e improperios.

Granma se queja de la falta de divulgación del El Nuevo Herald sobre el talento de Cándido Fabré. Pero si hay algo verdaderamente criticable es el silencio que hace la prensa cubana acerca de la continúa presencia y calurosa acogida que reciben los del patio en Estados Unidos y en Miami de manera particular. Peor aún es su hermetismo sobre la calidad y los éxitos alcanzados por aquellos artistas cubanos, quienes a pesar de ser exiliados siguen siendo parte intrínseca de la cultura patria.

Alguien me comentó su creencia acerca de las conspiraciones entre las dos orillas.

Grandes y pequeñas es posible que ellas existan. Lo ocurrido por estos días de noviembre con Cándido Fabré, los Aldeanos y el hijo de Silvio Rodríguez puede ser una muestra de una fórmula conspirativa para entorpecer un proceso que irremediablemente está produciendo muchos cambios entre las dos orillas. Evitarlo o demorarlo bien pudiera ser  el empeño de ciertos círculos a los que conviene que las cosas ocurran según sus planes y para propio beneficio.  





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