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De lanchero a preso político

Juan Carlos Linares Balmaseda

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Raúl Rodríguez Soto lleva 5 años en prisión y le faltan por cumplir 25. Lo acusaron de traficar con personas, pero él asegura que fue sin ánimos de lucro. Arribó a Cuba clandestinamente por Playa Herradura, en el municipio Mariel, alrededor de las cinco de la tarde del 10 de diciembre de 2005, Día Internacional de los Derechos Humanos, para llevar a Florida a varios familiares de los tres hombres que lo acompañaban: Díaz Álvarez, Rodríguez Valdés y García Falcón, condenados por el mismo delito a 22, 25 y 25 años, respectivamente. Estos habían emigrado ilegalmente a Estados Unidos y residían en Miami.

Una vez en la orilla, los viajeros abordarían la lancha rápida modelo Escorpión, de treinta pies de eslora por ocho de ancho. Trece hombres, nueve mujeres y seis menores de edad. A dos millas de la costa, un desperfecto técnico apagó los dos motores fuera de borda, de 250  caballos de fuerza cada uno. Minutos más tarde fueron detenidos por los guarda fronteras cubanos.  

La abogada defensora, Odalys M. Peralta reclamó una penalidad menor. Actuaron en la vista oral del caso el fiscal Enrique Núñez Grillo, y como juez ponente Maite Hernández Fernández.

Al decir de Rodríguez Soto, en la copia de la sentencia se excluyeron los nombres de los 28 involucrados, prueba del vínculo familiar con los encausados. Que tanta responsabilidad tiene él en el supuesto riesgo de vidas de menores de edad, como los padres, que están libres. Que la lancha la volcaron los guarda fronteras cuando tiraron con brusquedad de uno de los cabos de cubierta. Que los salvavidas alcanzaron para todos, pues nadie se ahogó. Que la lancha era moderna y segura, y aunque su capacidad es para nueve personas, es como un camión que solo tiene tres asientos, pero soporta más peso.  “De hecho todos los pasajeros que iban en mi lancha fueron trasbordados a la lancha guarda frontera, muy parecida a la mía”, argumentó Rodríguez.

En la actualidad está recluido en la prisión de Guanajay. Padece de dos hernias discales, médicamente denominadas L4 una, y L5 la otra, que lo obligan a permanecer en silla de ruedas. Rodríguez Soto se niega a operarse porque teme quedar peor. En la prisión  Combinado del Este, donde estuvo recluido antes, se declaró en huelga de hambre porque aspira a que Amnistía Internacional lo reconozca como preso político.




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