Adolfo Pablo Borrazá (PD)

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Con el próximo Congreso del Partido Comunista anunciado para el año 2011, es posible que las lenguas se desaten para hablar de muchas cosas. Un indicador podría ser lo que dijo Alfredo Guevara, fundador del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), en una reciente conferencia de prensa para presentar la 32 edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, que comenzará mañana, 2 de diciembre.

Según Guevara “el fenómeno más interesante que se está produciendo en este momento es la desestatización de la sociedad, y si esta se profundiza, alcanzará un nivel de independencia y madurez que será un gran aporte de la revolución cubana”.

Es interesante ver cómo figuras públicas de la importancia de Alfredo Guevara, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y el actor Luis Alberto García, por sólo mencionar algunos nombres, últimamente han expresado inconformidad con el proceso que siempre defendieron. De una forma u otra, todos coinciden en que un cambio en la isla es imprescindible. Hasta Raúl Castro así lo estima. La economía se va a pique y hay que salvarla, para salvar el poder.

Estas figuras hablan de cambios similares a los que muchas veces en alta voz y otras en murmullos hemos pedido los periodistas independientes, los activistas de derechos humanos, los prisioneros de conciencia y el pueblo en general.

Lo interesante es que al hablar de este modo Guevara y compañía, dejan entrever que no estaban de acuerdo con la forma de gobernar de Fidel Castro y tácitamente reconocen el fracaso del modelo castrista. Si no fuera así, ¿por qué los argumentos expuestos y la desesperación por “actualizar el modelo económico”, que no es más que insuflar urgentemente un poquito de “capitalismo salvaje” a la isla, que genere el dinero indispensable para mantener el poder? Con la arrogancia que los caracteriza, era de esperar que no admitieran su fracaso y llamaran por su verdadero nombre a las reformas que pretenden con tanta premura llevar a cabo.

Las nuevas medidas no son tan nuevas en realidad. En los años 90, cuando el periodo especial arreciaba, se tomaron medidas similares. Posteriormente vino la marcha atrás, porque, según el mismo Fidel Castro, mucha gente se estaba volviendo rica con el trabajo por cuenta propia. Obviamente, al Máximo Líder nunca le ha gustado la idea de que el pueblo prospere. ¿Por qué ahora ese cambio de parecer tan repentino y urgente?

¿Por qué Alfredo Guevara, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Luis Alberto García hablan como lo hacen? Me huele a café recalentado. No es casual que quienes digan estas cosas sean intelectuales y artistas reconocidos, cuyos nombres los protegen. A ninguno de ellos lo van a condenar a 28 años de cárcel, como a Luis Enrique Ferrer, que le preguntó al fiscal que lo juzgaba si quería firmar el Proyecto Varela.

Si fuéramos libres para expresar lo que pensamos, el rector de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI) no hubiera atacado en su intervención de hace algunos meses (posteada en Youtube) a las páginas web de periodismo independiente que, según él, “atentan contra la seguridad nacional”. Las críticas más ácidas fueron para CubaNet.

Artistas, escritores y cineastas piden “la actualización del modelo económico”, pero ninguno habla de libertades civiles y políticas, que son la base para la democracia y el verdadero desarrollo. Casi desde el triunfo de su revolución Fidel Castro declaró que “dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”.  Poco después, para corroborarlo, tuvimos la UMAP y el “quinquenio gris”.

De los nuevos voceros del régimen podemos esperar, más de lo mismo y todo “dentro de la revolución”. Como bien aclara Alfredo Guevara, “lo que se lleva a cabo es un proceso revolucionario de la revolución”. ¿Cuál revolución?

Mi olfato “contrarrevolucionario” me dice que después de 52 años, el nuevo proceso revolucionario de la revolución se reduce a las lenguas que se preparan para soltarse, con cautela, en el próximo Congreso del Partido.