Junio 24, 1998

Moral en calzoncillos


por Mario J. Viera, Agencia Cuba Verdad

LA HABANA, junio - Cuando algunos carentes de ética exigen en otros el acatamiento ético, o reclaman en otros lo que no se exigen a sí mismos, el dicharachero cubano denomina a tal actitud como "la moral en calzoncillos". Un ejemplo de la expresión de esta moral en paños menores lo acaba de dar el director jurídico del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, señor José Peraza Chapeau, hablando ante la conferencia de plenipotenciarios reunida en Roma para el establecimiento de la Corte Penal Internacional.

Independientemente de que las sugerencias del representante del gobierno de Fidel Castro están dirigidas a castrar la capacidad jurisdiccional de la Corte Internacional, la propuesta de Peraza Chapeau de que la Corte Internacional sea un órgano "independiente por su propia competencia y por la imparcialidad característica de la función de impartir justicia", resulta de tal modo paradójica que hay que quitarse el sombrero ante Peraza Chapeau por su habilidad oratoria.

La Corte Penal no debe subordinarse al Consejo de Seguridad, reclamó el señor Peraza, y fijó claramente la posición del gobierno de Cuba de que la corte debe ser imparcial, independiente, eficaz y libre. No sabemos si entre los circunspectos plenipotenciarios que le escuchaban hubo alguno que ante tanta moral en calzoncillos, no se le ocurriera lanzarle en pleno rostro una irreverente trompetilla.

Pero si alguien le hubiera sonado la trompetilla que silenciara tanto cotorreo demagógico, no hubiera carecido de razón, pues el gobierno de Castro no cumple en su país lo que exige en el plano internacional.

Quien revise cuidadosamente las leyes de organización del sistema judicial cubano, y la ley de enjuiciamiento penal, apreciará que los tribunales penales en Cuba no son "imparciales, independientes, eficaces y libres".

La ley cubana exige la identificación político-ideológica de los jueces con la línea del gobierno como condición inexcusable para poder ejercer como tales. La misma ley exige que los tribunales rindan cuentas periódicas de su actividad ante las Asambleas del Poder Popular. Los tribunales en Cuba se subordinan al Consejo de Estado, y carecen hasta de la facultad jurisprudencial que en Cuba le corresponde sólo al Consejo de Estado.

Luego, ¿quién que se respete como representante de un gobierno en debates internacionales puede prestarle la menor atención al plenipotenciario por el gobierno de Castro? Lo mejor que pudiera suceder es que alguien pongan en el sombrero de Peraza Chapeau una nota que diga: "Empieza primero por tu casa. Sacude la tela de araña, y luego ven a ver el polvito sobre nuestras repisas".

Ojalá que el gobierno de Cuba se estimule con su propia prédica en Roma, y se decida a establecer en nuestro país un sistema judicial independiente e imparcial, sin jueces comprometidos con la línea política del Partido Comunista de Cuba, y sí con la justicia y el derecho, cuyos tribunales se ajusten a la ley y se gobiernen por sus propias normas, sin estar sujetos a la fiscalía de otro poder del estado, ya sea el Consejo de Estado o su Asamblea Nacional del Poder Popular.




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