Julio 9, 1997

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Un hecho que no conmovió al mundo

Diario Las Americas, 8 de Julio, 1997
Por Alfredo Melgar García del Busto
  

Lexistencia del Sida en Cuba se mantuvo oculta hasta que el gobernante Castro hace referencia al tema comentando el caso públicamente de un decorador de interiores cubano que había contraído la enfermedad en un viaje a Nueva York, como es tradición los gobiernos comunistas tratan de mantener las noticias que supuestamente puedan afectar su imagen en el más absoluto silencio, esta es una de las razones por las que guardaron casi como un secreto de Estado los síntomas "raros" que estaban padeciendo algunos soldados que retornaban de las guerras de Africa y que no encajaban en un diagnóstico preciso.

Después de reconocido el hecho de que existen casos seropositivos en la Isla, se decide crear los famosos Sidatorios dentro de ellos el más conocido es el de la finca "Los cocos" próxima a Santiago de las Vegas; según palabras de un vice-ministro de Salud cubano estos centros de reclusión para enfermos se concibieron con el objetivo de " llevar a cabo una exitosa campaña de prevención de la enfermedad". Hablan de prevención al hecho de encerrar a los portadores y enfermos en estos lugares como si fueran criminales de guerra, obviando completamente los derechos del enfermo y su estado mental pues como me contaban los pacientes jóvenes que atendí como médico no solamente los condenaban a morir físicamente sino también espiritualmente; demostrado está por médicos y metafísicos que cuando una persona está deprimida mentalmente, sus defensas también bajan y están más expuestos, especialmente los pacientes con Sida a contraer las llamadas enfermedades oportunistas (respiratorias, digestivas, infecciosas, etc.)

En 1989 se produce en Cuba un hecho que según investigaciones realizadas por expertos no se ha repetido en el mundo; un grupo de jóvenes cubanos deciden por diferentes motivos (acoso policial, palizas, multas, represión por tener el pelo largo, gustar la música rock) inyectarse el virus del Sida. ­Que grado de desesperacióný ­Que grado de enajenación tiene que tener un pueblo y notablemente la juventud para recurrir a semejante acto suicida de auto inocularse un virus mortal que aún no se sabe cuando podrá descubrirse el milagroso medicamento que cure la enfermedad.

La dura realidad de estos seropositivos como les llamaban en el Sidatorio "Los cocos" queda plasmada en las imágenes tomadas por dos jóvenes cineastas cubanos (Vladimir Ceballos y Carlos Sequeira), realizadores del documental filmado clandestinamente en Cuba "Maldito sea tu nombre Libertad" donde estos muchachos ya fellecidos explican su odisea y el por qué cometieron semejante suicidio.

Jóvenes como Jany González de 23 años quien se inyectó el Virus a los 17 años sufrieron las represalias de un sistema que deja de ver al ser humano y lo convierte en un marginado social. Ella, madre de dos hijas vivía en la calle, cosa que contradice las afirmaciones de Castro de la no existencia de desamparados en Cuba; no tenía ningún tipo de Seguridad Social y fue recluida en el Sidatorio quitándole por la fuerza a sus dos hijas.

Este acto de auto-inoculación no debería de asombrarnos considerando que el pueblo cubano se ha convertido en un pueblo suicida porque lanzarse a un mar plagado de tiburones o subirse al tren de aterrizaje de un avión en busca de la libertad soñada constituye un franco acto suicida, sin embargo la magnitud del hecho no puede menos que conmovernos.


El Dr. Alfredo Melgar García del Busto es un médico cubano, llegado de Cuba en 1995.

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