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Al ritmo de la música

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - La producción, promoción y comercialización de la música cubana han perdido el ritmo. Hace unos días culminó la Feria Internacional del disco cubano, dedicada este año a la música campesina. Al parecer, la selección se debió a la urgencia gubernamental de reforzar la campaña para sacar del bache la cuestión de las tierras abandonadas a las malezas, y levantar la decaída producción agropecuaria. Además de pretender revalorizar el trabajo agrícola, como destino laboral de miles de personas, en riesgo de perder su trabajo a causa de la profunda crisis que atraviesa el país.

El evento anual del disco sirvió para homenajear a veteranos intérpretes de la música campesina, que tuvieron su momento de gloria hace más de tres décadas, y hoy pocos reconocen, y para otorgar premios a producciones musicales que poco tienen que ver con el gusto actual del público.

Conciertos, recitales y presentaciones de cantantes y agrupaciones musicales se sucedieron en un maratón de diez días en salas de teatros medio vacías, a lo que hay que añadir que la música campesina no tiene una gran demanda comercial entre el público joven.

Son los vendedores ilegales de música cubana y extranjera los que sí tienen éxito, porque ofrecen al público grabaciones de los intérpretes más populares, digamos, de reguetón, a precios que oscilan entre 30 y 50 pesos, moneda nacional el Cd, o 1,50 y  2 pesos en moneda convertible.

Si estos vendedores  pudieran organizar un Cubadisco paralelo, sería un suceso comercial mayor que el oficial. Simplemente, porque llegaría directamente a la población una producción en concordancia con la demanda.

Al analizar el panorama musical cubano actual, y compararlo con las décadas anteriores, es notoria la falta de cantantes de primera línea. Salvo dos o tres figuras, hoy septuagenarias, el resto no pasa de ser solistas cuyas expectativas no van más de las de un aficionado con calidad suficiente para subir a un escenario.

Muchos se preguntan cómo un país que aportó grandes nombres y ritmos a la música perdió el compás del desarrollo musical.

La burocracia no tiene sentido musical, y carece de humor. Un buen conocedor del asunto me dijo que la buena música se hace con alegría, y que el ritmo sale del corazón y no de las escuelas.




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