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Operación excremento

Juan Carlos Linares Balmaseda

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - En las cárceles cubanas el excremento goza de un valor incuestionable. Sirve para mancillar la reputación enemiga. Augusto Guerra lo testimonia, en carta remitida desde la prisión de Agüica, en la provincia de de Matanzas.

Julio Álvarez Cabrera era el jefe de disciplina en el destacamento 8, y cumplía funciones de informante bajo la orientación del reeducador, Orlando Reyna. El primer jefe de orden interior, René Tolón, sustituyó a Julio por el preso Javier Martínez. Y las rencillas subieron el tono entre el ex y el nuevo jefe de disciplina. Era comidilla en pasillos y literas que Julio delataba a Javier y que Javier no le simpatizaba al reeducador Reyna. 

El 23 de abril, Julio le pidió al director del penal, Emilio Cruz, que lo aislara en una celda independiente, porque “después de hacer papel de delator –dijo- me han pagado con una patada en el trasero”. El director Emilio negó el pedido, pero le exige ser valiente y acatar.

Al día siguiente, con la misma lógica de un hombre aferrado al poder, Julio ataca con un arma blanca a Javier. Acto seguido le lanza una porción de mierda al cuerpo. Enseguida llegaron los guardias y el director Cruz manda salir a los presos  y los reparte por los otros destacamentos de la prisión. Luego ordena a un recluso buscar excremento en una vasija.

El mismo director regó el excremento sobre el piso, y obligó a Julio a restregarse en la mierda,  mientras un carcelero probaba su bastón en el lomo de Julio, a quien luego le echaron un cubo de agua. Finalmente, Julio quedó a expensas de los enemigos, y sin protección, aunque la porquería no se quita con un cubo de agua.




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