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Efecto dominó en Industria Alimenticia

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - Un funcionario de una empresa del Ministerio de la Industria Alimenticia, me informa que la oleada contra la corrupción que sacude los cimientos del régimen cubano, afecta principalmente a las entidades productoras de alimentos, donde “hasta los pejes más gordos están bajo sospecha”.

Comenta la fuente que Alejandro Roca Iglesias, quien fue ministro durante décadas y cesó el año pasado al fusionarse los ministerios de Alimentación y de Pesca, se encuentra bajo investigación y estuvo dos semanas tras las rejas de Cien y Aldabó, unidad especial del Departamento Técnico de Investigaciones, en La Habana.

“Roca fue intocable hasta el escándalo de Max Marambio y el otro chileno. La muerte del gerente extranjero y las auditorias a Rio Zaza y negocios afines, destaparon faltantes y desvíos millonarios del período de Roca Iglesias, íntimo de Fidel Castro, de quien fuera consultor y dietista personal”. Precisa que casi todos los directivos del séquito de Alejandro Roca, algunos en ejercicio, varios jubilados y otros en empresas y ministerios afines, están siendo interrogados.

“Uno de los casos más ilustrativos es Juan José Ferro, un viceministro familiar hacinado ahora en un buró del Ministerio de Economía y Planificación. A pesar de su incompetencia y despotismo, Ferro fue director de la Unión Cárnica y de la Empresa de Aceites y Grasas, las cuales redujo a su mínima expresión. De la Unión Cárnica queda un combinado en El Calvario, el matadero de reses en Nueva Paz, y algunos chinchales en las provincias para procesar picadillo de soya”.

Según la fuente, el efecto dominó amenaza a la pirámide de dirección de la Industria alimenticia y la pesca, pues la denominada Ley Colateral “desata la revisión de los funcionarios de arriba ante escándalos en las dependencias subordinadas, se les exige por no haber tomado medidas antes del hecho”.

“No hay fábricas, procesadoras ni distribuidoras de alimentos sin funcionarios que roban o desvían productos, además de los ninjas que integran redes de estafa desde la calle con los custodios y directivos, previo pago por virar la cara o desestimar las denuncias del sindicato o los trabajadores”.

Al preguntarle al empleado si con las nuevas auditorías y las medidas policiales se detendría la corrupción del sector, me dijo: “No, el robo es un medio de vida, desde el trabajador más simple hasta el director de las empresas, entran a resolver alimentos o hacer dinero. No se sienten dueños ni culpables, se apropian de lo que esté a su alcance”.




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