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¿Llegaron los cambios a Cuba?

Miriam Leiva

LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Estupefacción causaron los enroques y defenestraciones en  el gobierno cubano el 3 de mayo.

Raúl Castro había abierto la   Caja  de Pandora  en 2007 al reconocer la  imperiosa necesidad de cambios para enfrentar la difícil situación económica existente. Luego los pospuso indefinidamente, y el 1 de mayo, el secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) llamó a apoyar la actualización del modelo económico.  No informó a los trabajadores si había preguntado al gobierno cómo afrontaría la crisis económica, política y social, ni cómo pretendía hacer el recorte de más de un millón de trabajadores, que el Presidente pocos días antes auguró.  

Pero si aún quedaba alguna esperanza de que al menos se modificara algo en la (anti) economía cubana, el nombramiento del octogenario General Antonio Enrique Luzón como vicepresidente del Consejo de Ministros a cargo de transporte apunta al estrechamiento del círculo de poder con compañeros de la época guerrillera.  Ya había sido ministro del ramo durante 10 años por la década de 1970, sin que se puedan encontrar sus logros.  En esa posición sustituyó a Jorge Luís Sierra, de 40 años, quien parecía una estrella en ascenso desde su posición en el Buró Político y también ministro de transporte. En este último fue reemplazado por el militar de 51 años Cesar Ignacio Arocha.   Según la escueta información oficial, Sierra cometió serios errores, pero a la usanza cubana no se especifican.

Simultáneamente se informó la aceptación de la renuncia de Luis Manuel Ávila como ministro del Azúcar, luego de reconocer las deficiencias que le señalaron.  Había sido nombrado en noviembre de 2008 y su defenestración ocurrió días antes de concluir la actual zafra azucarera, que casi seguramente será la peor en la historia del país otrora “mayor azucarero del mundo”.  Entre la población se dice que éste no heredó centrales ni caña, pues antes de entregarle el cargo, el actual ministro de agricultura desactivó el 60% de los centrales y  los demás  están muy depauperados, mientras los campos cañeros son ralos y de bajo rendimiento.  En su lugar nombraron a Orlando Celso García, viceministro del mismo ministerio, quien tendrá que ser mago para revertir la situación.

Estos movimientos no pueden verse aisladamente, sino en el contexto de la caída de personas que parecían poseer la confianza de la más alta autoridad, como Lage, Rogelio Acevedo y Sierra.  Con estos truenos, no habrá en Cuba dirigente de partido, gobierno o militar que se sienta cómodo en la ejecución de sus responsabilidades ni mucho menos ose  expresar iniciativas para revertir la crisis general.  Si bien se habla sobre extendida corrupción y otros males, es muy difícil discernir la veracidad, pues ha sido tradicional lanzar comentarios a la calle sobre los destituidos. 

Es indudable que en la sociedad cubana hay creciente malestar por el inmovilismo y el mantenimiento de las prohibiciones, cuando las medidas de supuesto cambio adoptadas son cosméticas y no repercuten en la solución de los graves problemas existentes.  La efervescencia  ambiental aumenta al mismo ritmo que se acumula la miseria hogareña y  disminuye la oferta de productos básicos para la alimentación, incluso en las tiendas estatales de venta en divisas.  La lógica elemental de que haya surtido, pues venden a precios exorbitantes que rinden extraordinarias ganancias, no funciona en Cuba.  Dejaron de pagar y retuvieron el dinero de los empresarios extranjeros depositados en bancos cubanos, con el resultado del desabastecimiento.  A nivel de macroeconomía, el gobierno no puede obtener créditos sencillamente porque no paga desde hace muchos años, y los países salvavidas tienen sus propios problemas e intereses, incluida Venezuela.

Hay un ambiente de incertidumbre y descrédito, que posiblemente pretendan controlar con el incremento de la represión.   En su ocaso, los máximos dirigentes parecen recelosos de cualquiera que  procure modificar algo en su poder absoluto, cuando en realidad tendrían que enfrentar su responsabilidad con la Patria, cuyo desastre actual han ocasionado durante 51 años de voluntarismo e imposiciones. Ya no pueden ganar tiempo, porque el tiempo vital se  acaba, mientras muchísimos cubanos capaces, dentro del pueblo, están amordazados y atados.  Tampoco existe tradición dinástica como para dejar herederos en el poder.   




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