"La
muerte de Zapata es innecesaria y evitable", denuncia
Ricardo Zúñiga, director de la Oficina de Cuba en el Departamento
de Estado
La muerte por huelga de hambre en Cuba del preso político
Orlando Zapata podría dar al traste con el tímido intento
de aproximación que Estados Unidos hizo a la isla en el inicio
de la Administración de Barack Obama. El trágico final del
conocido disidente fue recibido con consternación por el Gobierno
norteamericano, que pidió la liberación "sin demora"
de todos los presos políticos cubanos, y con indignación por
el Congreso, donde varios representantes y senadores están
promoviendo represalias contra el régimen comunista.
"La muerte de Zapata pone en evidencia la injusticia
que Cuba comete al mantener encarcelados a más de 200 prisioneros
políticos que deberían ser puestos en libertad sin demora",
declaró ayer el secretario de Estado adjunto Philip Crowley.
"La muerte de Zapata es innecesaria y evitable",
manifestó Ricardo Zúñiga, director de la Oficina de Cuba en
el Departamento de Estado. "Estamos conmocionados",
añadió Zúñiga, "al comprobar que después de once días
de huelga de hambre, fue trasladado al hospital sólo un día
antes de su muerte".
El Gobierno norteamericano se había interesado por la situación
de Zapata, según Crowley, durante la reunión que comisiones
de ambos países sostuvieron el viernes pasado en La Habana
para tratar asuntos migratorios. En esa oportunidad, los representantes
estadounidenses advirtieron sobre el mal estado de salud del
preso y reclamaron a las autoridades cubanas facilitarle toda
la atención médica necesaria.
Esa reclamación, unida a las quejas de la delegación norteamericana
por la detención en Cuba de un ciudadano de este país a quien
los cubanos acusan de espionaje, provocó el fracaso de la
reunión, que acabó sin acuerdos y sin cita para un nuevo encuentro.
Esta era la segunda oportunidad que Cuba y Estados Unidos
tenían, desde que Obama asumió la presidencia, para mejorar
sus relaciones. La primera, en diciembre pasado, después de
que Obama acabara con todas las restricciones a los contactos
entre los cubanos del exilio con sus parientes en la isla,
tampoco ofreció resultados. El Gobierno de La Habana no ha
respondido jamás a los gestos de buena voluntad de parte del
presidente norteamericano, que ahora, tras la muerte de Zapata,
parece condenado a volver a la política del enfrentamiento.
Aunque en la Administración se apreciaban ayer síntomas de
prudencia respecto a los acontecimientos en Cuba -todos los
Gobiernos norteamericanos se han cuidado de provocar una desestabilización
que produjera una oleada migratoria en la isla-, se ha empezado
a construir una fuerte presión en el Congreso y entre la opinión
pública. En este último campo, el protagonismo le corresponde
a la madre de Zapata, Reina, que pocos días antes de la muerte
de su hijo había enviado una carta a Obama en la que le pedía
"unir su voz a la campaña internacional para salvar la
vida de Orlando".
En el Congreso, varios miembros de ambas cámaras expresaron
ayer sus críticas al régimen de Fidel y Raúl Castro. El senador
demócrata Bill Nelson, consideró la muerte de Zapata como
"un triste recordatorio del trágico precio de la opresión
y de una dictadura que devalúa la vida humana". En la
Cámara de Representantes, el más activo congresistas en asuntos
cubanos, el republicano Lincoln Díaz-Balart, dijo que la desaparición
de Zapata "jamás será perdonada".
El margen que tiene hoy Estados Unidos para actuar contra
Cuba es, sin embargo, muy escaso. Por un lado, el aval que
el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, dio al
régimen cubano con su presencia en La Habana complica la maniobra
política en Washington. Lula era hasta ahora el mejor aliado
de Obama en América Latina. Comprometer esa amistad no es
sencillo para la Casa Blanca. Tampoco es fácil revertir medidas
que se tomaron hace pocos meses para facilitar el acercamiento
a Cuba y que, obviamente, no están funcionando.
Todo esto prueba que el caso de Zapata coge a la Administración
norteamericana sin una política hacia América Latina.
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