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Calumnia a la carta

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Mientras escribo estas líneas, Guillermo Fariñas –Coco-, podría morir reclamando la libertad de los reos políticos enfermos. El régimen de los hermanos Castro, a través de la prensa, se ha limitado a emitir comunicados calumniosos, al igual que hicieran con el preso político Orlando Zapata Tamayo.

Como Orlando, Fariñas es catalogado por el gobierno como mercenario y delincuente. ¿Son los mercenarios cubanos tan atípicos que se inmolan por sus iguales? ¿Cómo van a cobrar sus haberes, después de muertos? ¿Fariñas, secretario del sindicato de un hospital infantil, era un “delincuente” elegido por sus propios camaradas revolucionarios? ¿Aceptaban locos en los cuerpos élites armados de los Castro? 

Coco, como cariñosamente lo apodaron sus amigos, se incorporó a trabajar en el sector de la Salud Pública después de haber sido estigmatizado, luego de la causa seguida contra el General Ochoa, como tantos otros que cometieron el error de confiar en la máquina propagandística del régimen. Su crimen: haber formado parte de las Tropas de Destino Especial del Ministerio del Interior, bajo el mando de Pascual Gil; cuerpo élite desmantelado por Fidel Castro, debido al potencial peligro que creyó representaba para su poder.

Psicólogo de profesión, afable y comprometido, resultó electo por los trabajadores secretario general del sindicato del hospital infantil Pedro Borrás, a principios del periodo especial, en los años 90. Las ruinas del hospital han quedado como monumento a la incapacidad del gobierno, pues hoy el edificio está pendiente de demolición, luego que fuera sometido por cerca de veinte años a una “reparación general”. Su director en aquel entonces era el doctor Carlos Dotres, posterior ministro de Salud Pública quien, según los médicos, fuera purgado por corrupción.

Entre otras cosas, otorgaba viviendas a sus amantes, que disfrazaba de empleadas.

La subdirectora del hospital, Ana Lourdes Goire, acusó a Fariñas ante el Partido Comunista, de tener una personalidad esquizoide. Fariñas ya la venía confrontando y denunciando por robarse alimentos y medicamentos de dicha institución.

El altercado acabó de modo violento y hasta se celebró un juicio, en el cual Fariñas fue sancionado por los tribunales. Goire, posteriormente, fue recompensada al ser enviada en misión humanitaria a Nicaragua, donde se dedicó a asistir al hijo de una diplomática cubana, a religiosas y a familias humildes. Por la izquierda, atendía a familias adineradas que le pagaban por sus servicios. Regresó a Cuba cargada de pacotilla a fines de 1998.

Ana Lourdes subsiste actualmente de la renta del auto que le asignó el Estado, relegada a una lúgubre vivienda la calle H, en el Vedado. Un vecino de su cuadra, necesitado de analgésicos, confirmó a este reportero los hechos narrados, y adicionó que el sobrino de Ana Lourdes, hijo de su único hermano, se dedica a la venta de los fármacos que ella sustraía del hospital.

Esta Ana es la misma que el periódico Granma califica de víctima de un Fariñas con trastornos de conducta. Conozco a Fariñas y lo creo tan único como cualquier ser humano. No soy un facultativo, pero en definitiva muchas veces son los locos los que hacen la Historia.

Al leer la nota de Granma no pensé en Fariñas, recordé a Fidel Castro enloqucido, tumbando pomos en medio de una cumbre de presidentes, cuando se le acusó de exportar el terrorismo a Latinoamérica. 





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