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La vieja leyenda sobre delincuentes y traidores

Miguel Saludes 

MIAMI, Florida, marzo, www.cubanet.org -En reciente entrevista a la hija de Ernesto Guevara, una periodista preguntó sobre la vigencia de un legado que exige el ofrecimiento total para buscar justicia y emancipación. Aleida Guevara dijo que en Cuba había muchos hombres dispuestos a dar su vida por la libertad. ¡Seremos como el Ché! Un lema repetido hasta el cansancio por infinidad de niños cubanos a través de todos estos años, expresa esa imagen del desprendimiento heroico como modelo a imitar.  

¿Cuántas veces el niño pionero Orlando Zapata Tamayo hubo de repetir esa frase? ¿Cuántas veces lo hicieron los niños Guillermo Fariñas, Omar Rodríguez Saludes, Regis Iglesias, los hermanos Sigler o unos pequeños santiagueros de apellido Ferrer? Centenares de hombres y mujeres nacidos bajo el influjo paradigmático del Ché, como los antes mencionados, han terminado pasando por las cárceles cubanas, animados por el espíritu justiciero que encendió sus mentes infantiles. La contradicción es que el sistema que se les presentaba como modélico terminó convirtiéndose en la antítesis del ideal aprendido. Por luchar contra la injusticia hoy cumplen prisión o yacen sus cuerpos sepultos.

Por estos días la hija del Ché hizo nueva aparición. Ahora fue en ocasión de una conferencia en la Universidad Federal de Bahía, donde acudió invitada a una serie de actos organizados por el Movimiento de Trabajadores Sin Tierra. Según lo expresado por la señora Guevara, el disidente Orlando Zapata Tamayo, muerto el 23 de febrero tras una larga huelga de hambre, no era un preso político. Para ella, Zapata, Fariñas y todos los presos políticos cubanos son unos vulgares presidiarios comunes. Unos delincuentes redondeó la medico funcionaria.

Lo dijo con ese inexplicable acento argentino, extraño si se tiene en cuenta que nació en Cuba, país donde supuestamente sigue viviendo, y que además no pudo haberlo adquirido por vía paterna debido a los contactos esporádicos que tuviera con su progenitor durante una niñez lejana.  

Esta embajadora del sistema imperante en Cuba, que pasea por el mundo su bien vestida y mejor alimentada figura, no tiene reparos en difamar a otros compatriotas por el simple hecho de que estos no piensan y actúan como ella. Los crédulos, adoradores de mitos y fanáticos del castrismo, incondicionales por convicción o por conveniencia -que en todas partes abundan- asienten en forma simiesca ante la infamia y la aplauden. Ni siquiera se toman el trabajo de averiguar el origen de esos “delincuentes”, ni el curso de sus vidas antes de que estas fueran anatemizadas.  

De hacerlo tendrían un serio problema para explicarse la razón por la que ex miembros de la Juventud o el Partido Comunista, luchadores internacionalistas, psicólogos, filósofos marxistas, profesionales graduados en la Unión Soviética y otros países socialistas, , héroes, ex compañeros del Ché, generales, fundadores de guerrillas, artistas eméritos, literatos y obreros, gente humilde en fin, nacidos bajo el influjo de la generación del Hombre Nuevo, se convirtieran de pronto en delincuentes y mercenarios; proscritos al estilo de los caprichosos edictos reales en la época medieval.  

Como en los desparecidos carnavales habaneros, la comparsa castrista hace su recorrido haciendo demostraciones coreográficas en varios puntos del orbe, incluyendo la tribuna principal con centro en La Habana. Faroleros insignes no faltan en el desfile. Desde la escritora sudafricana Nadine Gordimer hasta el presidente Lula de Brasil. Allí están también Aleida Guevara y el actor Willy Toledo. Se les unen los coristas, voceros sin personalidad que solo repiten el estribillo de ocasión, de la deshonrada Unión de Periodistas de Cuba. La turba convocada para este Calvario cubano, como aquella descrita en los Evangelios, resulta apreciable.  

Por suerte no todos bailan la misma rumba siniestra orquestada por el cinismo. Queda gente honesta y con principios.  Una de ellas, Pablo Milanés, se alzó con dignidad tajante para expresar que "hay que condenar a (Castro) desde el punto de vista humano si Fariñas muere'' porque "las ideas se discuten y se combaten, no se encarcelan''. Otros artistas españoles, algunos de izquierda, unieron su voz para repudiar la injusticia. Ana Belén, Víctor Manuel y Pedro Almodóvar forman parte de la conciencia mundial que no se deja confundir por requerimientos ideológicos.  
Comparto con Pablo sus dudas sobre la democracia como panacea. Tampoco lo es la realidad en que degeneró la revolución de 1959. Discrepo con él cuando afirma que su postura se debe, quizás, al mayor nivel de información al que accede, comparado con el casi nulo del resto de sus compatriotas. Creo que además de información Pablo posee dos cualidades que otros, como Aleida Guevara March, apenas exhiben. Una es la sensibilidad humana, que debe hacernos saltar ante cualquier atropello no importa quien lo cometa.  La otra es la autenticidad, valor del que adolecen muchos de los que se auto titulan revolucionarios. 

El símil que mejor ilustra este cuadro aparece reflejado en la Cruz de Jesús. En el Gólgota fue crucificado junto a los malhechores aquel delincuente inventado por los poderes judeo romanos. Uno de los castigados, verdadero forajido, reconoce la inocencia del Justo y la proclama, haciéndose acreedor del Reino de Dios. Las historias de San Dimas, el buen ladrón, como la de Jesús o la del mal hombre que actúa de manera impenitente e inmisericorde, o la de aquellos que gritan a corro para alagar a los poderosos, se repite sin cesar en la Historia. Frente a estos están los que apuestan por el bien. Puede que parezcan en desventaja numérica, pero su fuerza radica en la rectitud del comportamiento. Cercanos a los días de la conmemoración Santa, el viejo guión cobra vigencia en la Cuba contemporánea.   





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