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Nombres ruidosos

Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - En 1951 el escritor cubano José Lezama Lima recibió unos poemas para ser publicados en la revista Orígenes. Al ver el nombre del autor, dijo: “Yo no puedo publicar a un poeta que se apellide Pérez”. Preguntó por el segundo apellido y entonces exclamó: “¡Ese está mejor!”. Se trataba de Edmundo Pérez Desnoes, autor de Memorias del subdesarrollo.

Años más tarde, de visita en la casa de Lezama, en compañía del periodista Ciro Bianchi, el poeta me sugirió de la manera más sutil que cambiara mi segundo apellido a través de la dedicatoria que plasmó en uno de los libros que me regaló ese día.

En su dedicatoria había puesto Tania Díaz Cruz. Cuando le señalé su error, se quitó el tabaco de la boca y con mucha seriedad exclamó: “¡Es que el Castro ese me cae tan mal!”

Desde entonces he escuchado nombres cuyo mal sonido me ha disgustado a mí también. Por su falta de concordancia, de acústica, de vibración, de eco. En fin, por su mala sonoridad. Tal vez por eso el poeta Neftalí Reyes Basoalto se puso Pablo Neruda; y Lucila Godoy Alcayaga, Gabriela Mistral; y Fidel Castro se quitó Hipólito en 1943 y se puso Alejandro como segundo nombre. Pero Raúl, su hermano, no se ha quitado su segundo nombre: Modesto. Gran ironía. ¿Podría ser modesto semejante dictador?

Hay apellidos que ofenden a aquel que lo arrastra de por vida. Por ejemplo, Marrero, que quiere decir tramposo; Retamar, campo poblado de retama; Tuero, tiznado; Matute, lupanar; Borrego, carnero; Expósito, niño abandonado.

Hay un sin fin de apellidos y nombres que merecen ser borrados del mapa.
¿No sería mejor que el presidente de España se quitara Zapatero, que Elizardo Sánchez deje de llamarse Santa Cruz Pacheco, que el caricaturista y opositor Iley suprimiera de Jesús y sólo usara Urrutia, que Martha Beatriz Roque Cabello se decidiera por algo más sencillo, modesto y agradable como Marta Roque, que el poeta y periodista de la disidencia cubana, Alcides Pérez, usara sólo su segundo apellido, y que la poetisa Nancy Morejón se llamara de otra forma?; porque si suprimimos el re de su apellido, ya saben cómo quedaría.

Hay nombres y apellidos que rompen la barrera del sonido. Sin ir más lejos, ¿qué les parecen los nombres inventados que llevan muchos de nuestros jóvenes?

Hasta la prensa, propiedad del régimen de Fidel Castro está saturada de periodistas con esos nombres que empiezan con Y: Yailé, Yoelvis, Yimel, Yazle, Yadier, Yohana y muchos más.

Ocurre lo mismo entre los peloteros y los boxeadores. Casi ninguno se llama Fidel o Raúl, y entre las mujeres jóvenes de la literatura, la música, la plástica, etc., no encontramos los nombres de las dos mujeres más importantes del gobierno: Vilma y Celia.

Tenía razón Lezama Lima al darle a Desnoes un buen nombre literario, y sugerirme que me quitara el apellido gallego.




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