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Javier Bardem y la Secta Castrista: a la izquierda de la “Zeja”

María Benjumea

SEVILLA, España, marzo, www.cubanet.org -Un grupo de actores españoles, sobre todo de teatro y TV,  apenas conocidos fuera de España y otros ni siquiera conocidos en suelo patrio, ha enviado a la prensa una breve carta en solidaridad con su colega Willy Toledo. Según los firmantes, este actor ha sido “objeto de una reacción agresiva y desproporcionada en los medios (…) por ejercer el derecho ciudadano a participar públicamente del debate político”. (….) “una auténtica campaña contra su persona”. El primer firmante es la estrella Javier Bardem.

Lo que llama la atención es que el escrito eluda aclarar de qué se ha acusado a Willy y omita la existencia de una carta pública de la madre de un preso político cubano, muerto en huelga de hambre,  que se dirige personalmente al actor, pidiéndole respeto a la memoria de su hijo, ofreciéndole aclaraciones y firmando con su nombre y apellidos.

Pero la secta castrista es enemiga de los hechos, y su opinión sobre el mundo se rige siempre por dos o tres principios: la “Revolución” cubana es vilipendiada en los “países capitalistas”; sus defensores son denigrados por los capitalistas y fascistas; en el mundo ocurren hechos mucho peores que lo que pasa en Cuba. Éste último principio contradice los anteriores: si la “Revolución” no debe ser vilipendiada por ser redentora, ¿qué tienen que ver “los otros” horrores del mundo?, ¿por qué compararla con ningún horror?

Estos actores piensan que “existe un mensaje permanente de rechazo a la implicación política de los ciudadanos que trabajan en el mundo de la cultura (…) desde su participación en las movilizaciones contra la guerra de 2003”. Se refieren a la guerra de Iraq, naturalmente, no a la guerra que el régimen cubano declaró a “ciudadanos del mundo de la cultura” por las mismas fechas, marzo de 2003. Y gente de cultura fueron estas víctimas de la guerra permanente de Castro: periodistas, bibliotecarios, pedagogos, traductores y literatos. Algunos, como Orlando Zapata, ejercían oficios manuales, pero tenían suficiente cultura como para luchar por la libertad y defender la libre expresión.

Salirse de la Secta es difícil: muchos artistas e intelectuales lo han conseguido. Otros sufren todavía del síndrome de Estocolmo, y vuelven a las andadas. Otros guardan un “clamoroso silencio” sobre su experiencia en ella. Muchos continúan en la secta, porque si no, tendrían que integrarse en otro círculo social, a cierta edad difícil; se sentirían solos y huérfanos: éste sería el grupo vergonzante, los que sí pero no.

En este último grupo incluyo a Javier Bardem,  y ¡ay! a nuestra belleza internacional, Pe Cruz. ¿Por qué?: porque si ella no pensara como él, no sólo ya lo habría abandonado, sino que no lo habría soportado ni un par de horas: convivir con alguien que piensa que los horrores del castrismo se deben silenciar, siendo ella una persona concienciada con los problemas de la infancia en la India o  en cualquier lugar, no debe de ser fácil. La tragedia de Haití coincidió con unos premios de Hollywood  en los que ella estaba nominada: declaró a los medios americanos, en inglés, que era una noche “triste”, pues en Haiti había mucha gente sufriendo. Cierto que sí, y ella se encargó de recordarnos a todos los frívolos que veíamos el desfile de estrellas que  no se olvida de los que sufren. Pero nuestra Angelina Jolie no cree que haya mucho sufrimiento en Cuba, pues habría hecho un llamamiento por los desnutridos niños cubanos y sus desesperados padres.

Javier Bardem interpretó al escritor, radicalmente anticastrista, Reynaldo Arenas, lo estudió profundamente, a través de personas que lo conocieron, y de su obra; y fue a Cuba, donde lo vio todo. De esto hace al menos diez años, pero recuerdo sus desplantes con la prensa cuando, tras el estreno en España de la película “Antes que anochezca”- dirigida por el americano Julian Schnabel- le preguntaban qué pensaba del castrismo, y los recuerdo porque me impactó su rudeza, su ira: es una persona bronca, altiva y, me temo, tremendamente primaria y simple, a juzgar por lo que le he oído: es decir, el retrato robot del castrista. La película fue su puerta a Hollywood, y por el tema tuvo mucha repercusión, pero para él era “sólo una película”. Vi su foto junto a Pe en la última gala de los Oscars y, mientras ella sonreía radiante, él nos ofrecía su pétrea cara mal afeitada y su gesto hosco; parecía decirnos: “estoy aquí por ella; pero Uds. son todos despreciables”.

Woody Allen, en “Vicky, Cristina, Barcelona”, lo retrató perfectamente: un semental ibérico, que busca a las rubias y a las morenas por igual, vacuo y poco de fiar.

Pilar Bardem, madre de Javier,  en un acto contra la piratería digital, consagró la expresión “ a la izquierda de la Zeja”: “¡Si alguien me dice que yo soy de los de la Ceja, lo mato! :yo estoy a la izquierda” No nos sorprendió en ella ni el tono arrebatado ni la declaración, y ya sabíamos que ni ella ni su hijo se habían retratado marcando la ceja de ZP en las elecciones del 2008, como por ejemplo el verborreico Miguel Bosé; pero estar a la izquierda de  ZP significa que ya ni fingen preocuparse por la libertad de Cuba. La secta de la que Javier no puede salir la fundó en España su propia madre.

La carta cuyas firmas encabeza Bardem es cuidadosamente ambigua, busca parecer “pacifista”:“queremos recuperar un lenguaje que nos sirva para entendernos, un lenguaje despojado de violencia que se sustente en hechos, y no en los juicios personales, un lenguaje riguroso y basado en la buena fe, que sirva para trabajar juntos, aunque sea desde distintas ideas, por un mundo mejor”.

Con este “lenguaje” nos encontramos una tarde de marzo del 2003 frente al Consulado cubano  quince españoles, un par de cubanos y tres americanos, con un cartel pidiendo la libertad de los presos y la movilización internacional contra Castro. Éramos la estampa patética de la Triste Figura. Muchos nos habían prometido venir, pero no aparecieron. Los que sí aparecieron fueron una pandilla alborotada con “cofias” palestinas al cuello y chapas del “NO A LA GUERRA” prendidas. Pocos días antes, nos habíamos mezclado con ellos en una gigantesca manifestación contra la guerra de Iraq, soportando sus símbolos y sus insultos contra  “los yanquis”. Ahora sus insultos eran contra nosotros, nuestras pobres madres, o la poca virilidad de los hombres anticastristas. Recuerdo que mi mayor temor era que nos escupieran, tal era la cara de asco y odio que nos ponían: “fascistas” “terroristas”, gritaban, y lo irreproducible.

La movilización contra la guerra de Iraq fue el gran aglutinante de los activistas alrededor de la Zeja, más o menos a su izquierda: dio a ZP la presidencia del país. Recuerdo a Bardem, a  Pedro Almodóvar, a Joaquín Sabina, a tantos en la tribuna. Pienso qué día memorable sería aquel en que se rompiera “el silencio de los hombres buenos”, como decía Martin Luther King. Una rueda de prensa, mañana por ejemplo, en la que Pedro Almodóvar convocara a sus actores y actrices, y a todos sus amigos artistas e intelectuales nacionales e internacionales, incluyendo a los franceses que lo adoran, y dijera al mundo entero: “Hay que condenar al régimen de Castro y exigirle que convoque elecciones y que libere inmediatamente a los presos políticos: que no muera ni uno más, preso o “en libertad”, por no poder ser persona.” Parece sencillo, pero es imposible.





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