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Orlando Zapata y Guillermo Fariñas 

Evelio Yero  

SAN JUAN, Puerto Rico, marzo, www.cubanet.org –A la mayoría de las personas le parece  extraña la forma de pensar, y actuar, de Orlando Zapata y Guillermo Fariñas.

Ambos poseen un denominador común; iniciaron sendas huelgas de hambre por un mismo y justo reclamo: que el gobierno cubano, reconozca que tiene presos de conciencia en sus cárceles y los trate como tales y que libere, al menos, los presos cuyas vidas corren peligro debido a la precariedad de su salud. El gobierno cubano se niega a admitir que mantiene presos de conciencia y los clasifica como delincuentes comunes.  La extrañeza de Orlando y Guillermo radica en que no esquivan la muerte como resultado lógico y final de una extendida huelga de hambre. 

La sociedad actual, no parece estar preparada para seres humanos de la altura ética de Zapata y Fariñas, que supera con creces la media.

El psicólogo estadounidense Lawrence Kohlberg fue el pionero en el estudio de lo que él llamaba niveles éticos progresivos del desarrollo humano. Llegó a la conclusión de que existe un pequeño grupo de seres humanos que alcanza altas cumbres de desarrollo psicológico y espiritual, muy superiores al del resto de la sociedad. Para los que llegan a ese nivel psicológico y espiritual -que él llamó nivel ético post convencional-, su vida, su persona, ocupan un segundo plano con respecto al bienestar de la humanidad.

Como ejemplos clásicos de estas personas podemos citar a Mahatma Gandhi y Martin Luther King.

La mayoría de los seres humanos, según Kohlberg, vivimos en el nivel ético convencional y asumimos que la vida de un individuo es el lapso que transcurre entre el nacimiento y la muerte.

Vivimos en un esquema de racionalidad instrumental donde los procesos y acciones que ejecutamos  son siempre, o casi siempre, medios para alcanzar fines. Vivimos con la perversa idea de que podemos comprender, explicar, predecir y controlar la vida y es por eso que vemos la muerte como algo terrible, porque no hemos sabido vivir.

Los seres humanos que alcanzan la elevada altura de conciencia post convencional, como Orlando Zapata y Guillermo Fariñas, viven con sus dichas y alegrías, virtudes y defectos, como todos nosotros, pero poseen una fibra muy diferente a la nuestra y aprenden a vivir en armonía con su conciencia. No perciben la muerte como el final de todo. Por otro lado, resisten la adversidad de una manera única y pregonan, no una ideología, más bien un himno universal a la dignidad y hermandad humanas. Las huelgas de Orlando y Guillermo han sido su voluntario sacrificio para lograr que en el mundo se conozca que en Cuba hay presos de conciencia.

En estos días, en que los medios comunicación de todo el mundo informan sobre estos hechos, percibo, por un lado, el valor y la autenticidad de dos almas excelsas, y por otro, sarcasmos, dudas y silencios: silencios reverentes, silencios cómplices, y hasta silencios cínicos.      

Confieso que en lo personal me siento conmovido. A pesar de los cálculos fríos, las risas sardónicas y la indiferencia humana, siento que ya nada es igual. Siento que la luz brilla en medio de las densas tinieblas. 

 yeroevelio@yahoo.com  





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