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Aferrados a las patas del buró

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Los pasajeros del taxi con quienes comparto el viaje hacia el centro habanero comentan acerca de la falta de productos en los mercados agrícolas en la capital. En el trabajo de Juan Antonio hay quien se estresa cuando se discute sobre el por qué de la ausencia de viandas en las tarimas de los mercados. Laura regresa cansada a su casa después de recorrer varios mercados agrícolas en Centro Habana.

El desabastecimiento de los mercados agrícolas es visible desde comienzos de este año en las zonas céntricas de la capital, pero son pocos los que buscan una explicación. Estamos habituados a coexistir con un vocablo que sí está recogido en los diccionarios: faltante.

Sucede que las causas tienen que buscarlas en las gavetas de los burós de los funcionarios del Ministerio de Comercio Interior y la empresa comercializadora de productos agropecuarios, cuyas contradicciones afectan ahora mismo el abastecimiento a los mercados de la capital. Entre ellos está, al parecer, la fuente de las contradicciones surgidas entre compradores de ambos organismos.

Mientras, los productores se quejan de que la comercializadora solamente compra los productos de máxima calidad, pero ellos no disponen de recursos suficientes para obtener producciones con esos parámetros.

Entre tanto, los agricultores van al grano y piden que se eliminen los escalones intermedios entre las tarimas de  los mercados y ellos. Sencillamente que quiten los burós que trancan la economía. Un ejemplo es que la comercializadora acepta exclusivamente lo de máxima calidad, pero la producción de viandas como el boniato y la malanga han disminuido, y lo obtenido no se ajusta a la exigencia. 

Otro tanto sucede con las hortalizas, el ají pimiento y los pepinos que los agricultores han dejado de producir en los municipios porque la comercializadora no los compra. Por otro lado, como colmo del absurdo, las cooperativas de provincia Habana -que rodea la ciudad- no pueden traer sus productos a vender a los mercados de la capital.

“No dejan entrar nada por ninguna vía. En todas las carreteras la policía detiene a los camiones que traen viandas y hortalizas a La Habana. En los mercados hay solamente tomate y cebolla”, comenta un camionero.

La escasez de productos es resultado de la abundancia de reglamentos, disposiciones y circulares que padecemos. En tanto se escucha por todos lados el reclamo de que se libere al país de tantas prohibiciones, las autoridades vacilan en eliminarlas.

A pesar de las promesas de acabar con ellas, enunciadas en varias ocasiones por el Raúl Castro, parece que la burocracia se niega y obstaculiza cualquier cambio, aferrada a las patas de sus burós. 



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