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Entre el discurso y la yuca blanda

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Esa gran descubridora de mediterráneos que es la prensa oficial de Cuba, acaba de caerse de la mata al descubrir que la escasez de viandas y vegetales que sufrimos los habaneros –un mal ya histórico y crónico- resulta de más fácil constatación en los agro mercados que administra el Estado que en los particulares.

Un reportaje emitido por la televisión nacional el pasado lunes 8 de marzo, da cuenta de ello.   Sólo faltó apuntar en los créditos la salvedad de que no es casual el parecido de este reportaje con el de la yuca que a veces sitúan en los mercados estatales y que nadie compra, pues se conoce de antemano que no hay quien le meta el diente, ya que fue sacada de la tierra muchos días antes y ubicada en un almacén central, desde donde debe ser distribuida con las demoras propias de un mecanismo burocrático que es capaz de endurecer la yuca más blanda.   

Y es que suena divertido, aunque sea patético, este trasnocho de “informar” lo que todos sabemos, o sea, que el discurso continúa siendo gratuito, y abundantes los planes, a la vez que las viandas cada día se ven menos y son más caras.

Pero no sólo es patético por eso. Aún más, y peor que patético, malsano, parece serlo por la intención desde la que se ha propuesto concluir por qué en el mercado por cuenta propia se aprecia menos la escasez que en los del régimen.    

Lejos de establecer la esencia del problema, que radica, como también sabe aquí hasta el gato, en la inutilidad administrativa y en la desidia del aparato estatal, el informe en cuestión (donde se anuncia que este reportaje es el primero de una serie), se ve venir encaminado a echarle el muerto a los trabajadores por cuenta propia, acusándolos una vez más de violadores de leyes.

De manera que no conformes con descubrir mediterráneos que tienen delante de los ojos desde que nacieron, estos reporteros se los extraen de la manga. Y con un fin que cualquiera prevé, menos ellos: que la yuca se ponga aún más dura de lo que está. 

El Estado no encuentra la forma de garantizar lo mínimo indispensable en sus mercados, en tanto los particulares sacan la cara, dando muestras, hasta dónde es posible, del pataleo por la supervivencia, enfrentados, por un lado, a la pobre producción de la tierra; y por el otro, a las innumerables zancadillas estatales que frenan la iniciática y matan el ánimo de los guajiros y comercializadores. 

Lo único que verdaderamente diferencia el resultado de la gestión entre unos y otros es una actitud de base: mientras el Estado se dedica a inflar discursos en busca de pretextos y justificaciones, los particulares buscan soluciones o remedios.

El motivo de esa actitud de base es que cada cual está haciendo lo que sabe y puede hacer: el Estado, ganar tiempo mareando la perdiz; los particulares, sobrevivir de la única forma que les resulta posible, ayudando a que la gente sobreviva.

Entonces no hay que darle más vueltas al asunto. La distancia que media entre los agro mercados habaneros del Estado y los particulares, es la misma que existe entre la yuca blanda y el discurso de los perfeccionadores del socialismo.  




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