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La tapa

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - La objetividad que exige el periodismo lo  identifica y diferencia del cuento. En el cuento uno puede suponer la situación, en el periodismo la situación es el  autor.

Fue lo que me dije cuando luego de tres viajes al taller de reparaciones de electrodomésticos de Santa Fe, al fin  pude comprar una tapa de olla de presión Haier, marca YL, de las vendidas a la población cuando la revolución energética, pero sin el cabo, porque entonces no había cabos  en el almacén
-El primer cabo que entre es suyo -aseguró el administrador.

Regresé a la casa con la tapa nueva, sin cabo. La situación seguía igualita, había que seguir pidiéndole prestada la tapa de la olla a Marlem, la vecina, para preparar los potajes. Marlem no se queja, es la presidenta del Comité de Defensa de la Revolución en la cuadra y debe predicar con el ejemplo, pero a mi esposa le cuesta un mundo pedir prestada la tapa, y tomé las riendas de la situación. Le mostré la tapa nueva a Marlem, pero le di la mala noticia que no había cabos ahora, que tendríamos que seguir molestándola.

Nadie se explica cómo los chinos vendían las tapas y los cabos por separado, ni cómo los cubanos se las compraban. Esa pregunta se la hice al administrador del taller de reparaciones de Santa Fe y al almacenero, pero no supieron contestar.
El almacenero dijo varias veces que “si hubieran llevado la olla al taller cuando sufrió el percance, tal vez se hubiera salvado la tapa, en vez de forzarla con un cuchillo”.

En cada ocasión que lo dijo le refuté que había que abrir la olla para sacarle lo de adentro y comer. No se podía esperar al otro día. Aunque pareciera un cuento.

beilycorrea@yahoo.es



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