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Un giro inesperado

Odelín Alfonso Torna

LA HABANA, Cuba, marzo, www.cubanet.org -El movimiento opositor cubano está  de luto desde las 3: 15 PM del pasado 23 de febrero. Orlando Zapata Tamayo, disidente encarcelado en la Primavera Negra de 2003, será otro mártir en la historia que reeditemos en la era pos Castro. Ochenta y seis días en huelga de hambre fue suficiente para inmolarse por el honor y la justicia de todos los cubanos, suceso que sin dudas cambiará el panorama de entendimiento entre Cuba y el resto de las democracias en el mundo. 

Véase en este dolor que nos asiste, como el régimen de los hermanos Castro también opta por reprimir. En medio de una visita de negocios programada por el mandatario brasileño Luís Ignacio Lula da Silva, la policía política intentó sepultar a Zapata Tamayo sin permitir que sus familiares y amigos le rindieran el tributo que merecía, en Banes, su pueblo natal. Los “lamentos” entre dientes de Raúl Castro, ejecutor en los primeros años de la revolución de cientos de opositores y soldados del antiguo régimen, fueron rechazados por Reyna Luisa Tamayo, madre del prisionero fallecido. 

Si alguien o alguno de los estados que subvencionan al gobierno cubano, esperaba de éste sensibilidad respecto al caso Zapata Tamayo, deberían pasar la página y tomar notas sobre otro episodio de intolerancia y ejecución extrajudicial premeditada. Por otra parte, Raúl Castro sabe de sobra las consecuencias que depara la muerte de un luchador civilista a manos de un régimen de corte militar. 

Otra vez un giro inesperado pone en aprietos a un gobierno dictatorial en Cuba, en momentos en que se abogaba por avances concretos en materia de derechos humanos, principalmente bajo la agenda de la Unión Europea. En diferentes contextos históricos, las muertes de Rafael Trejo, Julio Antonio Mella, José Antonio Echeverría y Frank País, por citar algunos, fueron el puntillazo en las confrontaciones gobierno-oposición. 

En la velada de despedida que simbolizó la disidencia interna en casa de Laura Pollán, fundadora del movimiento pacífico Damas de Banco, fui parte de ese resentimiento generalizado hacia el gobierno y el aparato represivo que circundaba la zona. ¿Qué pasará ahora?, se preguntaban una y otra vez los firmantes del libro de condolencias. 

Se me ocurren muchas cosas y muchos acontecimientos harán historias en las calles de Banes y La Habana, las mismas que un día presenciaron la caída del régimen de Gerardo Machado o Fulgencio Batista. El Grito de Baire (inicio de la llamada Guerra Chiquita contra la colonia española, 1895-1898), será recordado tanto como el último adiós a Orlando Zapata en Embarcadero número 6, los días 24 y 25 de febrero. 

La comunidad internacional se consterna con la muerte de Zapata y Raúl Castro asegura su feudo en otro maridaje con el gobierno brasileño; convoca a un nuevo congreso de la juventud comunista y promueve delegados municipales que levanten la diestra a favor de su reelección en los comicios del 2012. Así y todo, pienso que su política no será la de atrincherarse y sí la de reprimir o buscar guiones que justifique los conflictos que se avecinan. 

¿Esperaba el Gobierno español la muerte de Orlando Zapata para empezar a cambiar su discurso hacia Cuba?  

¿Habrá algún otro espaldarazo hacia la dictadura en la llamada política de acercamiento hacia Cuba de los Estados Unidos? 

Con la muerte de Orlando Zapata se da un giro inesperado en todos los sentidos posibles y por sobre todas las cosas, otra historia nos muestra que la disidencia interna puede perder los estribos. Hágase justicia.




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