Frank Correa
LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Dos casos atípicos acaban de ocurrir en este poblado costero del noroeste de La Habana: la detención de varios muchachos en una esquina de la calle 226, que discutían sobre el mundial de fútbol, y después la del hijo de Chicha, un joven que andaba descalzo y sin camisa por el barrio.
Un patrullero recorre a diario Jaimanitas, y se desplazar lentamente incluso por los recovecos del callejón y el caserío asentado en la desembocadura del río. Vigila sin descanso el Punto Cero, sitio estratégico del país. Detienen a los vendedores ambulantes y los multan, el pueblo parece protegido.
Pero el día que cayó España ante Suiza, “el calva” estaba tan molesto que perdió los estribos cuando su amigo “el bemba” se subió sobre el mojón de la esquina que indica la dirección hacia la casa del ceramista Fuster, para mofarse de la furia roja. El patrullero se detuvo, y los policías les pidieron el carné de identidad a todos los que allí se encontraban.
Los muchachos vestían shorts, sin camisas, algo muy común para los habitantes de esta playa. Argumentaron a los policías que eran vecinos de por allí cerca, pero los subieron al patrullero y se los llevaron a la estación de policía del reparto Siboney.
Una teniente rubia, apodada “papito”, dijo que los muchachos habían violado la ley, y ordenó multarlos.
Al otro día fue detenido el hijo de Chicha en las inmediaciones del Círculo Social Obrero Marcelo Salado, por andar sin camisa y sin el carné de identidad. El joven caminaba con un bichero en la mano con intenciones de meterse en el mar a ver si pescaba un pulpo. No lo dejaron ir a su casa a buscar el carné de identidad, y se lo llevaron para la estación de Siboney.
La misma rubia le puso la multa, y mandó un mensaje a los habitantes del pueblo: “Aquí no se puede andar descalzo, y mucho menos sin camisa”. |