Reinaldo Cosano Alén, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - La sorpresa, una tienda del municipio Guanabacoa, trajo la peor sorpresa de su vida a Santiago Ontiverio, residente en Jaruco, provincia La Habana.

Antonio Castillo, un amigo, le dijo que en La sorpresa estaban vendiendo ácido para limpiar baños, a 40 pesos el galón. Escasez, venta libre y buen precio, impulsaron a Santiago a recorrer los 60 kilómetros, ida y vuelta, entre La Habana y Guanabacoa.

''Compré tres galones. Uno, por encargo de Castillo, y guardé los otros para usar cuando el limpiador desaparezca del mercado'', explicó a los policías que lo detuvieron a pocos metros de La sorpresa.

''Me  llevaron a la 14ta. Estación de policía, donde estuve sentado en un banco desde las diez de la mañana hasta las once y treinta de la noche. A esa hora me metieron en el calabozo hasta las ocho de la mañana” -dijo Santiago a este reportero. ''Querían –continuó su relato- que declarara que el limpiador lo había comprado con fines de lucro. Insistí en la verdad, que era para usarlo en mi casa. Les recordé que el producto estaba en venta libre. Respondieron que eso no importaba, que el propósito era revenderlo, y como yo tenía antecedentes penales, era sospechoso. Riposté que ellos no me habían sorprendido revendiendo la mercancía, y que los tres envases estaban sellados. Escribieron en el acta de advertencia que me levantaron, que el salfumán era para la reventa. Llevaba 220 pesos, y me devolvieron 20. Dijeron que los 200 eran para pagar la multa por venta ilícita. No me dieron ningún comprobante de pago de la supuesta multa, ni me devolvieron los tres galones. Tampoco el comprobante del decomiso. Eso, amigo mío, es un robo a mano armada.

Según Santiago, parecía que lo estaban esperando a la salida de La sorpresa, cinco policías jóvenes. A él y a cualquier ciudadano que saliera de la tienda. En ese momento, le tocó a él.

-¡Qué descaro! –concluyó-, todavía no logro salir de la sorpresa.