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Al bien de Cuba

Vicente P. Escobal

MIAMI, Florida, junio,  www.cubanet.org -La Editorial  UNION, de la oficialista Unión de Escritores y Artistas de Cuba, acaba de publicar una nueva edición de “Batista, últimos días en el poder”.

Según sus autores, los periodistas José Luis Padrón y Adrian Betancourt,  “con el  renuevo de las generaciones y la vuelta de la hoja de la historia, la memoria popular se  va disipando y quedan en el olvido muchas glorias y heridas….”, para concluir que “es imposible contar la historia americana posterior a 1958 sin tener en cuenta el diciembre cubano de ese año decisivo….”

Podemos estar  de acuerdo con mucho, con poco,   con muy poco, o con casi nada de lo que narra  “Batista,  últimos días en el poder”, pero  sin dudas  es como una película de la que la mayoría de los cubanos  fuimos testigos durante su intensa  filmación,  por no  afirmar que muchos  estuvimos a punto de, o llegamos  a,  convertirnos   en  protagonistas o, al menos,  en  extras o  figurantes de ese  gigantesco  cast.

Una mañana de marzo de 1952, el ruido de los tanques  y  la alarma de los boletines radiales despertaron a los cubanos con el aviso de  que el General Fulgencio Batista había penetrado en el campamento militar de Columbia: se había producido un golpe de Estado.  Durante exactamente  seis años, nueve meses y  veintiún días,  Batista  se  mantuvo  en  el  poder.

En la página  58 del citado libro aparece  un fragmento atribuido por los autores  a  la Comisión de Historia de las columnas 11 y 13 del Frente Camagüey  del   Ejercito Rebelde,  en el cual se narra el rechazo a las demandas de pagar 15 centavos por saco de azúcar  exigidas por Fidel Castro.  “Cuando (el central azucarero)   Francisco  Sugar  Company, con base en Nueva York, rehusó la demanda los rebeldes desmantelaron  las vías férreas,  empujaron los carros al agua y luego intentaron destruir el nuevo puerto de la compañía.  La refinería Texaco y la planta de Nicaro reportaron la pérdida  de los equipos de bombeo, camiones cisternas y jeeps, tomados por los rebeldes.  Batista no pudo hacer nada para evitarlo. 

La acción de las fuerzas rebeldes con sus  ‘sabotajes  preventivos’  los obligó a dar una respuesta  que representaba no solo  la tributación económica necesaria, sino el reconocimiento de una fuerza político-militar…” 

El término “sabotaje preventivo”  responde a una dulcificada definición. Debidamente interpretado es, sencillamente,  un acto de terrorismo. 
En la página 59 se relata  otro hecho revelador  de la incipiente vocación terrorista de Fidel Castro.

“…Las afectaciones a los intereses de Estados Unidos a causa de los enfrentamientos de los rebeldes y el régimen batistatiano rebasaron los límites de la zona de guerra: una bomba explotó  en el hotel Habana Hilton (hoy Habana Libre), un fuego destruyó  60,000 neumáticos  en los almacenes de la Goodyear y la Compañía Cubana de Electricidad reportó varios sabotajes en distintos lugares de la Isla”.

A esta tenebrosa narración  hay que agregar que en una  noche del mes de  marzo de 1957 explotaron  en la ciudad de La Habana  más  de  100 bombas, muchas de ellas en  hoteles, establecimientos comerciales y otros sitios de gran concurrencia.  Entre  esos actos de  “sabotaje preventivo”  destacan, además,  el incendio intencional en la Refinería de la  Esso Standard Oil en el poblado habanero de Regla y  la voladura de los cables de las  estaciones  de  Ferrocarril  y  de Ómnibus  en Bejucal.

Elementos  estimulados  por la filosofía castrista   fueron  los primeros  en utilizar  el  secuestro como arma política, algo  que  más tarde  imitarían sus discípulos de las terroristas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.   El 28 de junio de 1958 una banda bajo el  caudillaje de Raúl Castro secuestró a 18 marineros  y  11 infantes de marina de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos  destacados en la Base Naval de Guantánamo. 

Otro hecho que  alteró  las comunicaciones  aéreas   internacionales  fue también iniciado por los Castros  con el  secuestro de  un avión de la Compañía Cubana de Aviación el  1 de noviembre de 1958. La aeronave  cubría la ruta Miami- La Habana  y  fue desviada  hacia la zona oriental de Cuba por elementos del  Movimiento 26 de julio, estrellándose  frente a las costas cubanas con un saldo de 14 muertos  y  4 heridos.

Tal vez el acto de mayor notoriedad protagonizado por Fidel Castro se produjo en el año  de 1953.  Luego de  haber fracasado  todos sus  intentos por  adquirir celebridad a través de procedimientos democráticos, Castro decidió cambiar el  escenario de sus acciones y asaltó el Cuartel Moncada el 26 de julio  en un frustrado intento por derrocar  al régimen  de  Batista.  A partir  de ese momento  el terrorismo y la violencia serían los caminos elegidos  por  Castro  hasta llegar al  poder.

Te invito, amigo lector,   a que  medites sobre estos hechos.  Los resultados son visibles y  se reeditan hoy  en las calles de Cuba.  Esbirros al servicio de la tiranía aterrorizan y atropellan salvajemente a las Damas de Blanco y permiten la muerte, tras una prolongada huelga de hambre,  del  mártir por la democracia Orlando Zapata Tamayo.

Se equivocan  los que aun conceden al tirano y su tiranía la gracia de la solidaridad. Deberían informarse adecuadamente acerca de las personas sobre las cuales opinan de un modo tan retorcido y perverso. Y  también sobre sus verdugos. Debería informarse el Presidente de Brasil, por ejemplo,  quién es el  prestigioso y cubanísimo  doctor Oscar Elías Biscet,  pues de haber contado con información veraz no se le hubiera ocurrido comparar a los pacíficos opositores cubanos con los delincuentes internados en  las cárceles  de su país.

La férrea incapacidad por intentar aproximarse a la tragedia que hoy ensombrece a la nación cubana  convierte al Presidente de Brasil y a otras figuras políticas  en  encubridores del castrismo.

Y por último, un  recordatorio a los cómplices de aquella tiranía   dentro y fuera de las fronteras cubanas: La justicia llegará inexorablemente a Cuba y todos los que  hoy atropellan y humillan a sus compatriotas serán sometidos a ella.   Al bien de Cuba.




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