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Oro por baratijas

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba., junio, www.cubanet.org -Se ve venir, culebreando entre sotanas, un nuevo tejemaneje del régimen para intentar el canje de los que llaman “los cinco héroes” por nuestros presos de conciencia.

No sería un trámite sencillo, como es sabido. Pero tampoco debe resultar impracticable, en términos legales. Mucho menos si el planteamiento dejase de ser coyunda negociadora impuesta por el gobierno cubano y fuera enfocado como ruego o demanda piadosa por parte de alguna institución internacional, políticamente neutral y sin vínculos de compromiso formal con nuestra dictadura.    
Así los pícaros caciques sólo tendrían que mostrar otro “gesto” aceptando el canje.
Todo es posible y todo puede ocurrir dentro de la veleidosa política. Basta que converjan dos o tres intereses, aunque nada tengan que ver con lo justo o lo correcto o lo sensible, y aun cuando tales intereses sean solamente los de tres poderosos.

Desde luego que llegado ese momento, tendrían que ser los presos de conciencia quienes dijeran la última palabra. A nadie más corresponde ese derecho, por la elemental razón de que aquello que está en juego es su regreso a la vida.

Los espectadores, que en este caso somos todos los que no estamos muriendo a plazo tras las rejas, tendríamos que limitarnos a ventilar nuestras observaciones.
Hecha la salvedad, es a lo que me limito, a insistir en lo desafortunada que podría resultar la materialización de ese canje. En primera, para los propios prisioneros de conciencia, y luego, para el movimiento opositor cubano en general.

Condenados en su país, por reclamar pacíficamente la existencia de un gobierno capaz y garante de las libertades ciudadanas, estos presos políticos no representan sino la vergüenza y el desprendimiento de los auténticos patriotas. Sería un disparate muy malévolo entregárselos a una nación extranjera, mediante un canje, como si hubiesen actuado en nombre o a favor de esa nación.

Ni siquiera nos oponemos a que la justicia estadounidense libere de una vez a los cinco espías del régimen. La cárcel es algo que no merece ningún ser humano, por más que para saberlo, desgraciadamente, se precisa sufrirla en carne. 

Pero otro asunto bien distinto sería que aprobemos el cambio de oro por baratijas, humillante y burlesco para cualquier cubano con un ápice de honradez, sean quienes fuesen los carpinteros visibles de ese nuevo Caballo de Troya.




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