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Instantes de justicia y libertad

Juan Carlos Linares Balmaseda

LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -Finalmente, el martes 22 de junio, se realizó la vista oral contra el Dr. Darsi Ferrer Ramírez. En principio, la policía política quiso impedir el libre acceso de sus amigos hasta el Tribunal Municipal, para evitar la aglomeración.

Minutos más tarde, por razones desconocidas, los agentes cambiaron de parecer. No obstante, varias decenas de ellos -con su peculiar postura acechante- se mantuvieron por los alrededores durante las casi cuatro horas que se prolongó el juicio. A pesar de todo, nos agrupamos bastantes personas frente al recinto, en la intercepción de las calles Carmen y Juan Delgado.   

Cerca de las diez de la mañana un funcionario del Tribunal ordenó pasar a la Sala: “Solo pueden entrar seis familiares del acusado”, dijo de manera concluyente. Entró la esposa, la madre, el hermano con su esposa y dos amigos, uno fui yo.

De súbito, a través de las ventanas y puertas del recinto empieza a irrumpir un cadencioso coro, clamando “¡Libertad, Libertad, Libertad…!” que alternaba con “¡Justicia, Justicia, Justicia…!”. Sin menoscabar la hidalguía de todos los que vociferaron, las voces de las mujeres se oían por encima de las de los hombres. Vecinos del área refirieron que a varias cuadras en la redonda nadie quedó desapercibido de que eran “gente de los derechos humanos”. Adentro, en la Sala, no fueron pocos los que pusieron cara de preocupación.

La Sala era pequeña. Contaba con cuatro bancos de madera, en cada uno de los cuales cabían seis o siete personas, y uno más pequeño, al frente, para el acusado y los policías escoltas. De esos cuatro bancos, en los tres últimos se sentaron secuaces del gobierno, en el anterior cupimos los seis, mas El Viejo Alfredo, un anciano de ochenta y tantos años, quien es dentro del activismo pacífico como el ajo en la culinaria criolla, siempre presente y condimentando con su presencia el sabor de cada actividad. El Viejo Alfredo pudo colarse camuflándose entre los secuaces del régimen, temprano en la mañana.

Tres referentes descollaron en esa jornada. Primero, la solidaridad cuando los activistas se lo proponen. Segundo, la magistral defensa del abogado Miguel Iturria (hijo), que pulverizó un proceso de instrucción plegado de autoritarismo de principio a fin, arbitrario y chapucero. Y tercero, las convicciones de Darsi Ferrer.

Aún así “la displicente justicia” (con minúsculas) no dio su brazo a torcer. Los jueces ignoraron la inconsistencia en las declaraciones de los tres testigos de la Fiscalía por el delito de Atentado, el testigo más importante, el acusador, dijo que estaba durmiendo y los otros dos que habían escuchado muy vagamente. Por el delito de Receptación, el policía instructor no pudo demostrar el origen ilícito de los materiales confiscados.

De tres años de Petición Fiscal, la sanción bajó a un año y tres meses de Trabajo Correccional con Internamiento, sin derecho a reclamar los bienes “confiscados”. Una Justicia (con mayúscula) hubiese anulado la sentencia y pedido disculpas por los casi once meses de sufrimientos que le hizo pasar a Darsi y familia. Ahora él está en libertad condicional.




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