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El acto público de Mamberti 

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - En la agenda que trajo a Cuba el Canciller de la Santa Sede, Dominique Mamberti, se destacó la misa oficiada por el prelado en la Catedral. Mambertti estuvo en la Isla para participar en la recién concluida X Semana Social Católica y en los festejos por los 75 años de ininterrumpidas relaciones diplomáticas entre La Habana y el Vaticano, preludio de una probable visita del Papa Benedicto XVI, en 2012.

No obstante, la ceremonia pasó sin que la mayoría de los cubanos lo supieran. Muchos feligreses ni siguiera se enteraron, porque la misa no fue anunciada por los medios de prensa, como se ha hecho con otros eventos católicos importantes tras la vista de Juan Pablo II, en 1998. Los curas tampoco hicieron promoción a la ceremonia en el resto de las comunidades; como resultado, la asistencia no fue la esperada para este tipo de solemnidades.

El Gobierno, escuetamente, se encargó de precisar que la visita del Canciller no guardaba relación con las conversaciones entre la comisión de obispos católicos y las autoridades, sobre la excarcelación de 200 presos políticos, luego de la muerte de Orlando Zapata Tamayo.

Mamberti, durante la homilía, se refirió al papel de la doctrina social de la Iglesia. En opinión de algunos presentes sus palabras fueron acertadas; cualquier alusión más directa al tema de los derechos humanos, hecha por tan alto representante del Vaticano, podría ser catalogada por las autoridades como injerencista y motivo suficiente para dar marcha atrás al supuesto diálogo.

Aunque la Iglesia ha aplicado políticas excluyentes con los opositores al régimen, en la misa no fue así. Asistieron las Damas de Blanco, disidentes, miembros del cuerpo diplomático, de la prensa independiente y de los medios acreditados. Llamó la atención que varios de los asistentes a la misa fueran laicos prominentes, vinculados al gobierno, o familiares de empleados de entidades del Consejo de
Estado. Llamó la atención que la solista de un cántico, que no fue previamente ensayado por la coral, fuera la hija de un oficial de  Contrainteligencia Militar.

Al finalizar la eucaristía se develó una tarja en memoria del padre Félix Varela, encargada por Juan Pablo II en 1998 y que reza: “No hay patria sin virtud, ni virtud con impiedad”.

Aunque muchas personas, hasta religiosos, se mantienen escépticas de estas supuestas negociaciones, en las que ven más un  monólogo que un dialogo, la Iglesia emerge como llama de esperanza para los que aguardan, los reclusos que padecen terribles condiciones en las mazmorras del régimen.




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