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No voy a subir al barco

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Nilo Ruiz, pescador de Santa Fe al que hace poco las tropas  guardafronteras hostigaron en el mar y persiguieron por pescar desde un corcho, volvió a sufrir otro incidente (ver Los leones).

El miércoles 14 de mayo, a las 10 de la mañana, la misma nave 119, pero con otra dotación, se le encimó a una milla de la costa conminándolo a que subiera a bordo y entregara su bote de poli espuma. Nilo se resistió a la orden y navegó hacia la orilla. Se repitió la escena de una semana atrás. En tierra lo esperaba un jeep con  varios efectivos y un perro pastor alemán para apresarlo. El pescador buscó refugio nuevamente  en el bajo de Santa Ana, entre los mangles.

El cerco duró hasta pasado el mediodía. Dice Nilo que un militar se internó en el agua con el perro en brazos hasta el cuello, y que logró burlarlo haciéndose a la mar. Remó por la costa rumbo a la playa La Puntilla, observó que muchas personas se habían aglomerado en la orilla para ver el desenlace. Al pasar cerca de la piscina de Antolín pidió agua para tomar, y cuando le iban a alcanzar el pomo un militar alertó que quien lo auxiliara iría preso. Entonces se alejó de la costa seguido de la nave de guerra, que no dejaba de conminarlo a que subiera a bordo.

-¡No voy a subir al barco! ¡Ni voy a entregar mi bote! –le gritaba Nilo al guardacostas.

Uno de los oficiales lo amenazó con darle una paliza cuando lo apresaran, Nilo se acercó a  la orilla y les hizo saber a los curiosos que había sido amenazado por los guardias. Entonces cesó la persecución.

Finalmente puso el bote a buen recaudo y al llegar a su casa ya tenía una citación del jefe de sector de la policía para “conversar sobre el incidente”. Nilo se bañó y se cambió de ropa. Se presentó en la estación, donde fue esposado y trasladado a la Capitanía del puerto en La Habana Vieja. Allí  fue interrogado y advertido por un teniente coronel.

-Si vuelves a pescar en el bote serás arrestado por violar un decreto firmado por Fidel en 1999 que prohíbe pescar en embarcaciones artesanales.

-Soy el único sostén de mi familia –respondió Nilo-. Mi padre fue combatiente del ejército rebelde, tiene 81 años, está ciego y el retiro no le alcanza ni para mal morir. Mi madre es diabética, hipertensa, está en silla de ruedas y tengo una hermana retrasada mental. Soy pescador desde los 12 años. No sé hacer otra cosa.

Le firmo el acta de advertencia, pero desde ahora le aseguró que no voy a dejar de pescar.

beilycorrea@yahoo.es




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