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El club de los nostálgicos

Aleaga Pesant (PD)

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) -  En el Centro Dulce María Loynaz, un grupo de viejos castristas se reúne para hablar de Memorias de la Guerra. Militares, agentes encubiertos, diplomáticos e historiadores, la mayoría hombres maduros, hacen de esos encuentros un club de nostálgicos.

El jueves 10 de junio fue el último encuentro. Mientras afuera se desencadenaba una tormenta tropical, celebraron el quinto aniversario de esas reuniones, que a decir del moderador, el historiador Raúl Rodríguez La O, fue iniciativa de Natividad Revuelta, quien ganó una posición importante entre los cortesanos de la monarquía, luego de vivir un romance en la década del cincuenta con el joven Fidel Castro, del cual nació una hija, Alina Fernández.

El nombre del encuentro, Memorias de la Guerra, se refería al libro de evocaciones del combatiente de la guerra de independencia, General Enrique Loynaz del Castillo, padre de la poetisa, ya desaparecida, Dulce María Loynaz.

En un resumen sobre los cinco años de encuentros, Rodríguez La O habló de la importancia de estos encuentros mensuales, como un espacio de debate y discusión sobre la historia militar cubana, y en especial de la revolución. También mencionó a algunos de los invitados especiales en este periodo, militares y agentes de inteligencia del gobierno.

El público estaba conformado fundamentalmente por hombres mayores de sesenta años, militares en activo (había al menos cinco coroneles del Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas), sociólogos e historiadores. Las dos o tres mujeres, también de edad madura, comentaron su pertenencia a los cuerpos de inteligencia del castrismo.

Ulises Estrada Lescaille fue el encargado de disertar sobre el apoyo de la dictadura a los movimientos insurgentes en Suramérica, y de sus relaciones personales con Ernesto Guevara. Sobresalió en sus comentarios y anécdotas un enfoque juvenil, romántico y poco racional, ajeno a las complejidades del mundo postmoderno. 

Locuaz y simpático. Ulises hizo anécdotas de su trabajo en los servicios de inteligencia en la década del sesenta, bajo el mando del comandante Manuel Piñeiro y el Departamento América del Comité Central del Partido Comunista, siempre acotando que no estaba desclasificando información.

Está muy bien que los castristas se reúnan a contar sus “hazañas”. En una Cuba democrática ellos tendrán su espacio junto a todos. Lástima que en ese escenario no se puedan hacer preguntas o comentarios críticos, so pena de recibir un mitin de repudio, y que nos echen del lugar. Por lo pronto, el club de los nostálgicos, permite conocer intimidades de las acciones del régimen contadas por los propios actores.

aleagapesant@yahoo.es




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