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Probabilidades 

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - No creo que las concesiones del régimen de La Habana hayan terminado con la licencia extrapenal por motivos de salud, otorgada al preso de conciencia Ariel Sigler Amaya,  y el traslado de una docena de reos (también de conciencia) hacia centros penitenciarios cercanos a sus lugares de residencia.

Los pasos dados en este sentido, no pasan de un gesto mínimo, y por lo tanto, intrascendente, al considerar los daños causados a víctimas directas, en el caso de los presos, e indirectas respecto a sus familiares.

En los más de 7 años transcurridos desde los sucesos de la primavera de 2003, cuando el gobierno procedió al arresto y condena de 75 personas por realizar actividades al margen del exclusivismo oficial, son evidentes los ejemplos de maltratos, ensañamiento, flagrante violación de las leyes establecidas para la población penal, hostigamiento a reos y familiares, hasta incluso llegar a provocar la muerte del preso de conciencia Orlando Zapata Tamayo, quien murió el 23 de febrero a causa de una prolongada huelga de hambre.

A los juicios sin garantías y sanciones desproporcionadas, se añaden una serie de arbitrariedades que han provocado serias afectaciones de salud a una parte significativa de opositores, pertenecientes al Grupo de los 75.

¿Sobre qué se sustenta el silencio del Departamento de Cárceles y Prisiones en relación al otorgamiento de la libertad condicional u otros beneficios, en conformidad con las leyes vigentes? ¿Cuáles han sido las causas de los severos quebrantos de salud de decenas de reos de los 75, si eran personas en su mayoría saludables, antes de ser encarcelados? ¿Cómo creer en la excelencia del sistema carcelario cubano, al observar la tétrica imagen de Ariel Sigler Amaya, parapléjico y enflaquecido, al igual que un sobreviviente de Auschwitz, tras serle concedida la licencia extrapenal? 

Es difícil encontrar fundamentos que justifiquen tal nivel de brutalidad contra personas que no cometieron acto alguno de violencia física, ni verbal, y sólo defendían sus ideas. Lo único factible para subsanar los errores es liberar sin condiciones, en las próximas semanas, a los presos de conciencia, y establecer un calendario para que paulatinamente también se beneficien otras personas encarceladas por motivos políticos. 

Al valorar las probabilidades de una amnistía tan siquiera parcial, sería oportuno estar conscientes de que un paso de tal magnitud todavía se encuentra fuera de una realidad teñida de resentimientos e irracionalidades de una élite de poder, decidida a no dejar margen a apreciaciones puedan ser  interpretadas como debilidades. A pesar de las resistencias a ampliar el radio de las concesiones, el momento podría favorecer la aprobación de otras licencias extrapenales y mejorías en los centros penitenciarios.

La visita a la Habana del Secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, Monseñor Dominique Mamberti, con la finalidad de celebrar el aniversario 75 de los vínculos diplomáticos entre Cuba y el Vaticano, seguramente arrojará resultados en ese sentido, lo cual encierra muchos peligros. Es posible que estemos a las puertas de un gesto utilitario y no precisamente de buena voluntad.
Una limitada liberación de presos podría reportar al gobierno ganancias mediáticas y el corrimiento de los límites de las expectativas en torno a un eventual proceso de cambios estructurales que no acaba de fraguarse.

Los administradores del poder absoluto buscan ganar tiempo. El sentido común indica que no desaprovecharán esta oportunidad.

oliverajorge75@yahoo.com



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