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La varita mágica

José Fornaris (PD)

LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org  - La carta que un grupo de integrantes de las diferentes vertientes y zonas de la oposición y la disidencia internas enviaron a los congresistas de Estados Unidos, en apoyo a un proyecto de ley que prevé el levantamiento de las restricciones de viajar a la isla a los estadounidenses, fue divulgada el pasado viernes por diferentes medios de prensa en el exterior. Los firmantes son 74. Uno más y se hubiera equiparado el número a los apresados durante la Primavera Negra de 2003. 

La carta es larga, porque en un tema como ese hay que argumentar. Descontando el encabezamiento tiene 13 párrafos. En uno de ellos se plantea: “Creemos que si los ciudadanos de Estados Unidos, como los del resto del mundo, aumentaran su presencia en nuestras calles y pudieran visitar a los familiares de los presos políticos y otros miembros de la incipiente sociedad civil cubana, podrían, en primer lugar, ser testigos presénciales de los sufrimientos del pueblo cubano, en segundo, sensibilizarse aun más con la necesidad de los cambios en Cuba; y en tercer lugar, ser puentes solidarios y cercanos para favorecer la transición que deseamos muchos cubanos”.

Y luego se asegura: “Por último, Honorables Sres. Congresistas, tenemos la firme convicción que los problemas de Cuba y su camino hacia la libertad y la democracia es responsabilidad y tarea de nosotros los cubanos y cubanas que vivimos en la isla, en comunión con los que sufren el exilio en la Diáspora y aman igualmente a la Nación que todos formamos”.

Primero  entregan a los posibles turistas estadounidenses un montón de tareas relacionadas con la “transición”, y tres párrafos después les anulan la posibilidad de ser “puentes”.

Desde que la isla fue abierta al turismo extranjero, millones de visitantes foráneos han pasado por Cuba. Solo en el  año 2009  el número ascendió a casi dos millones y medio. Y la “transición” no ha llegado. ¿Por qué la traerían los estadounidenses? ¿Es que ellos tienen una varita mágica?

Los turistas no llegan a otras tierras como llegó Hernán Cortés con su gente a México hace cinco siglos. Los turistas son turistas. ¿Por qué solicitarle al Congreso de Estados Unidos algo que los propios ciudadanos de esa nación tienen todas las posibilidades de hacer? 

¿Por qué mejor no se le exige al régimen de los Castro que ratifique los pactos de derechos humanos, políticos y culturales de la Organización de Naciones Unidas, para así poder salir y entrar de manera libre de nuestro país?

En 1995, cuando la situación interna era álgida para los gobernantes, la administración del Bill Clinton, firmó unos acuerdos migratorios que le dieron una notable cantidad de oxígeno a los Castro. El Presidente estadounidense estaba, al aparecer, evitando  que  el estado de Florida se desestabilizara con la llegada incontrolada de cientos de miles de cubanos. Creyó que ese era su deber, pero él no es cubano.

Quizás, en estos momentos el régimen esté  pasando por su peor época. ¿Por qué tratar de ayudarlo a que viva más tiempo con el dinero de los turistas estadounidenses? 

El deber básico es quitarlo. La soberanía radica en el pueblo. Lo importante debe ser buscar los mecanismos para que esa soberanía se ponga en práctica. Y eso no se logra con turistas.

fornarisjo@yahoo.com



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